«No sabemos las causas ni qué hacer para disminuir desempleo».
Así, con total desfachatez, el ministro de Hacienda de Colombia justifica lo que millones de colombianos saben: por qué hay tanto desempleado y qué debe hacerse para disminuirlo. Si el funcionario no tiene explicación acerca de este tema, en alza desde hace varios años, ¿sabe en qué país vive, trabaja y devenga?
La discusión es tan amplia que todas las hipótesis caben. Aquí algunas desde mi experiencia como empleado que fui y microempresario que soy.
Los empleadores quieren el mejor personal, el más preparado, pero siempre con los sueldos más bajos, mientras que cualquier reclamo se traduce en un despido.
La oferta de puestos de trabajo, hoy, es amplia para todas las profesiones, incluso para el personal de salud que siempre fue el más consentido y mejor pago del país: salarios muy bajos con extenuantes horas de trabajo, por lo que trabajar más de las 48 horas semanales (sin el reconocimiento de las extras) es ‘ponerse la camiseta’.
A esto le he llamado la ‘pauperrimización’ del trabajo, por lo que por más oferta que haya, pocos querrán tomar esas plazas.
Por esto, miles de jóvenes trabajan bajo esas condiciones con el único fin de ahorrar y ayudarse para comprar su tiquete de salida del país (el faltante lo ponen papá y mamá), cumplen su horario de trabajo de forma estricta y, cuando se cansan, se paran y se van sin siquiera decir adiós pues no tienen que agradecerle nada a nadie.
¿Cuánto le cuesta a una familia sacar adelante un profesional: 80 o 100 millones de pesos, para que la mejor oferta laboral tenga como salario de un millón de pesos?
Como resultado: miles de egresados de universidades no ven al país el sitio dónde forjar su futuro; ese está en el exterior. ¿Alguien quien no tenga un familiar fuera del país o que se haya ido, forzado porque no consigue un trabajo digno? Así las cosas, se requiere trabajo digno y con pago justo.
Por otro lado, los microempresarios no pueden generar empleo, porque la carga prestacional y tributaria es pesada, mientras que los ingresos no son constantes. ¿Qué se hace? pagar trabajos a destajo sin vínculo laboral, en detrimento de las condiciones de trabajo para las personas.
Por si el ministro no lo sabe una microempresa paga los mismos tributos que cualquiera otra: IVA, renta, ICA, y retenciones; de paso, el famosísimo ‘CVY’ que puede llegar a porcentajes exorbitantes. ¿Incentivos para hacer empresa y generar empleo? Sí, pero en Panamá.
Ante esta realidad (la laboral y la empresarial) a quienes nos quedamos también nos pica el bicho de irnos del país, no sin antes sacar adelanta a los hijos o irse con ellos. Se necesitan condiciones para sacar adelante las micro y convertirlas en empresas generadoras de riqueza.
Por ahora, este es un análisis de lo urbano, porque lo rural merece capítulo aparte en una próxima columna.
Es que así no se puede. En Colombia se están quedando los que llevan estudios a medias, los bachilleres, las madres solteras, los mensajeros en bicicleta y los sumidos en el círculo vicioso de la pobreza económica (aupada por los gobiernos de turno).
A ese precio ¿qué progreso económico y social nos espera?