Las cifras conocidas en los últimos días, que muestran un fuerte aumento de la cantidad de inmigrantes venezolanos en Colombia, y Magangué no ha sido ajena a la crisis que se vive en el hermano país, bien sea por colombianos que han retornado a sus hogares o por venezolanos que están huyendo de la crisis que allí se vive.
Aclarando de antemano que no nos asiste bajo ningún punto de vista espíritu xenofóbico, hay que reconocer que la llegada masiva de personas del vecino país, si ha generado una crisis en nuestro municipio.
Y nadie se puede llamar a engaños: todo indica que seguirá creciendo en los próximos días por la agudización de la crisis en el hermano país que hoy cuenta con dos presidentes y sus habitantes totalmente polarizados en su gran mayoría a favor del restablecimiento del orden constitucional y la convocatoria a nuevas elecciones.
Esta llegada masiva e inesperada a nuestro municipio de población acta laboralmente ha incrementado el nivel de desempleo ya existente de por sí, teniendo en cuenta que nuestra Magangué no tiene grandes fuentes de empleo y son muchos los que se dedican a la economía informal o el rebusque.
A esto hay que agregarle que la desvalorización de la mano de obra ha sido evidente teniendo en cuenta que, ante la necesidad apremiante de recursos y la necesidad de sobrevivir, los venezolanos regalan su trabajo en detrimento de los locales.
Pero el problema no solo radica en el empleo. La afectación también se ve en los sectores de la salud, la educación y por supuesto en la convivencia entre unos y otros.
En salud porque por razones humanitarias existe la necesidad de atenderlos y muchos de ellos vienen desde su lugar de origen con enfermedades no tratadas por el déficit de medicamentos allí existentes.
En educación porque son muchos los menores en edad escolar que deben continuar con sus estudios y quién sabe si el municipio tenga la capacidad de atender a toda esa población desplazada.
Y en convivencia porque ya se comienzan a ver pequeñas rencillas entre los desplazados y locales, cada uno reclamando sus derechos.
Ante este panorama un poco sombrío en el año que se inicia y conociendo de antemano las buenas intenciones que le asisten al alcalde y su equipo de gobierno para ayudar a los desplazados, pero no cuenta con los recursos necesarios, es inminente el S.O.S tanto a la administración departamental como al gobierno nacional ante que esta situación se salga de control y se vuelva inmanejable.