Hay que preocuparse. Si hay que preocuparse porque a pesar que está lloviendo en algunas regiones del país, las caudales de los ríos están bajando y no es sino acercarse a la orilla del río aquí en Magangué para darse cuenta lo bajo que esta el caudal de este, el más importante río de Colombia.
Es por eso que no podemos descuidarnos.
Es un hecho que el fenómeno del “niño” ya llegó y la mejor prueba son las altas temperaturas que se vienen registrando en los últimos días que ya bordean el límite de los cuarenta grados centígrados.
Los expertos en la materia dicen que es el resultado del incremento en las anomalías de las temperaturas en el Océano Pacífico Tropical, y que los vientos de superficie del hemisferio sur se han debilitado, lo que ha traído a las costas de Suramérica las aguas cálidas que vienen de Australia.
Si bien las proyecciones del Ideam hablan de que tendría una intensidad de débil a moderado, preocupa el caudal de los ríos en Colombia podrían reducirse considerablemente.
El fenómeno Niño, que se caracteriza por la sequía, no se presenta en el país desde el 2015 – 2016. En esa oportunidad, se trató de uno de los más fuertes en la historia del planeta y a nivel nacional desencadenó en decenas de incendios en todo el territorio. De hecho, por dicha causa Colombia perdió en 188.650 hectáreas de bosques.
Y como se recordará, no fue el único efecto. La sequía de hace tres años dejó en los niveles mínimos históricos al río Magdalena y más de 200 municipios fueron declarados en calamidad por desabastecimiento de agua, lo que al final le costó al país 1, 6 billones de pesos. Por eso la alerta que lanzan las autoridades no solo está dirigida a los ciudadanos, en el sentido de racionalizar el consumo de agua y electricidad, sino a los entes de gestión del riesgo, municipios y departamentos para que tomen medidas.
Otra de las afectaciones de este fenómeno es el aumento de temperaturas, los altos niveles de radiación y las quemas pueden favorecer la ocurrencia de incendios forestales, algo que ya estamos viendo y disminuyen los niveles de ríos como el Magdalena, que imposibilitaría su navegabilidad.
El magdalena todavía es navegable, pero sin duda su nivel de caudal cada día baja más.
Definitivamente este es un “niño” peligroso y que nos debe preocupar a todos.