Por estos días, cuando se trazan propósitos para el año nuevo, los colombianos deberían asumir uno común para el 2020: la defensa de la democracia y la estabilidad nacional.
Lo ocurrido a finales de noviembre y en las primeras semanas de diciembre por cuenta del llamado a un paro nacional, puso en evidencia los peligros a los que se expone el país si cae en la trampa de quienes venden la peligrosa y falsa teoría de destruir lo que hay para construir algo mejor. La fórmula verdadera es la que plantea todo lo contrario, es decir, construir sobre lo construido.
Colombia solo avanzará si, a partir del fortalecimiento de sus instituciones y de su economía, genera mayores oportunidades para todos. Destruyendo el sistema y paralizando las empresas únicamente se conseguirá aumentar la pobreza.
La lección que deja el 2019 es que la vía del paro no es la solución a los problemas del país, el camino está en el diálogo, en la concertación y la construcción colectiva. Al Estado hay que exigirle, sí, pero todos los actores sociales, entre ellos los ciudadanos, deben aportar al crecimiento nacional. Solo en la medida en que la economía crezca, las aspiraciones sociales de todos se podrán cubrir, pero no por la vía del asistencialismo, que convierte a los ciudadanos en mendigos, sino por la vía de las oportunidades, para que a través del empleo digno y fortalecimiento del aparato productivo, se generen los recursos para mejorar la calidad de vida de todos.
Aquí cabe a la perfección la célebre frase de John F. Kennedy: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”.