En este país del carajo, en el que predominan la doble moral, la mentira y la fachada, estamos polarizados hasta los tuétanos. Unos por ser izquierdistas y otros derechistas. Muchos porque odian a Uribe y otros porque odian a Petro.
Al primero lo han querido encarcelar y condenar, pero no han podido, pese a tener todas las altas Cortes en contra y, el segundo, acusado de corrupto cuando fue alcalde, con multas abultadas que no quiere reconocer ni pagar, posando de moralista, pero con un pasado tenebroso.
En medio de tan caótica situación nacional, están ubicados los grandes medios de información, los que desde Bogotá tratan de generar confusión en la mente de los colombianos, utilizando subterfugios contra ambos personajes, más contra Uribe.
Y han cogido, en este primer año de gobierno a Iván Duque como el responsable de que Colombia esté pasando, según ellos, por una lamentable y crítica disfunción nacional. En los ocho años de gobierno de Santos no hicieron sino aplaudir y crear una imagen falsa mientras al país se lo robaban.
Claro, como a congresistas, magistrados y funcionarios de la ONU los compraban con el oro y el moro, a ciertos medios y periodistas “famosos” le endulzaban las manos y sus cuentas a punta de fuertes sumas de dineros a través de pautas infladas. Como ahora con Duque eso se les acabó, entonces se dedicaron a culparlo de nuestras desgracias. Pero bien lo tiene merecido don Iván, por pendejo, al no hacer un corte de cuentas al inefable Juan Manuel Santos, quién sardónico y contento, pensó: “¡Me salvé!