En Colombia hay más de 36 millones de personas habilitadas para sufragar y que en las consultas internas de los partidos o movimientos políticos realizadas el domingo anterior, solo participaran algo más de 48 sufragantes, demuestra el fracaso de este mecanismo de participación democrática pues solo representa el 0.1,2 por ciento de los habilitados para sufragar.
Nuestra Constitución política vigente desde 1991 –como pocas a nivel mundial- se puede dar el lujo de tener tal cantidad de mecanismos de participación ciudadana, cuya finalidad es facilitar la democracia directa y participativa en su grado más alto posible.
El plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, el voto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato son herramientas que le permiten a la población manifestarse de distintas maneras y con distintos fines para definir el rumbo mismo del país y sus instituciones.
Pero sin temor a equivocarnos se puede decir, que los mismos colombianos no las han entendido, no las conocen o simplemente no les interesa y quieren seguir conservando las costumbres políticas ancestrales en donde ante una elección prevalece más el amiguismo, compadrazgo o la venta del voto.
Pero también hay que decir que hay una falta de interés de las propias organizaciones y movimientos políticos para hacer de ellos un canal de interacción abierto y democrático que les permita reflejar con mayor nitidez y representatividad lo que sus potenciales electores necesitan o requieren de quienes los gobiernan o aspiran a hacerlo.
Con este resultado algo queda claro y es que en Colombia no hemos podido avanzar en materia política, pese a jactarnos de ser un país democrático olvidándonos que la democracia esta cimentada en la participación de la gente a través de los partidos o movimientos políticos existentes.
Por eso es que resulta imperioso –aunque se han hecho muchos intentos que han fracasado por culpa de los mismos partidos- el hacer una reforma política, pero no para reformar los mecanismos de participación de los colombianos, sino a la forma en que los partidos y movimientos políticos lo obvian a la hora de tomar las decisiones más importantes.
Ya en el pasado se han tramitado esas reformas como lo apuntamos, para establecer como obligatoria la democracia al interior de los partidos, pero son ellos mismos a quien no les interesa, y nos les interesa porque ellos no quieren dejar atrás el clientelismo y la politiquería, que ha sido su bandera para obtener el poder.