En la ciudad de Cartagena donde siempre vivió y ejerció su especialidad la Oftalmología, acaba de morir el Doctor Oscar Sierra Sabalza, fuimos condiscícipulos desde el bachillerato ( 1941- 1946) hasta terminar nuestros estudios de Medicina en la Facultad de la Universidad de Cartagena; (1947- 1952) desde el primer año del bachillerato comenzó nuestra amistad.
Oscar como él mismo lo escribió para el libro: ANÉCDOTAS, CUENTOS Y RELATOS DE SIETE MEDICOS CARIBEÑOS, editado a raíz de cumplirse los cincuenta años de egresados – promoción 1952 -dice así. Oscar Filadelfo Sierra Sabalza M.D. “Nací en la población de Arjona, Departamento de Bolívar el día 28 de Junio de 1925. Soy el noveno de trece hijos del matrimonio de Manuel Agustín Sierra Pineda y Elena Sabalza Figueroa”…
En la dedicatoria que hace en el mismo libro, dice. “a mi padre Manuel Agustín Sierra Pineda cuya muerte temprana me arrebató la oportunidad de conocerlo interiormente y escudriñar en sus sentimientos el mensaje que, estoy seguro, guardaba para participar en mi formación”
“A mi madre, Elena Sabalza Figueroa, que supo atemperar la disciplina con el amor, que sacrificó su propio bienestar por el nuestro, emulando al Pelícano simbólico, que imprimió en nuestras vidas enseñanzas generosas sabias y brillantes en materias de ética, responsabilidad y moral.”
En el año de 1941 comenzamos a estudiar bachillerato, el colegio se llamaba Facultad de Bachillerato anexo a la Universidad de Cartagena; denominación con la cual se le conoció hasta el año siguiente en que pasó a llamarse Colegio Departamental.
Eran tiempos en que a la ciudad de Cartagena como capital del departamento de Bolívar – puesto que no le habían fragmentado aún – acudían estudiantes de todas las regiones de la costa Caribe, por mi edad me tocó formar parte del quinto grupo donde estaban los mayores de quince años, allí estaba Oscar. Desde esos días en las aulas del colegio, empezó nuestra amistad y luego continuó en las de la Facultad de Medicina. La cual no sufrió mengua alguna a través del tiempo sino, antes bien, cada día se fortaleció dentro de un ambiente de mutuo aprecio, respeto y consideración.
No quiero entrar en lugares comunes diciendo lo que ya se sabe, si las personas se hacen amigas, es porque coinciden en muchos aspectos, gustos, aficiones, etc. Que fue un gran estudiante, un excelente amigo, buen hijo, maravilloso esposo y padre de familia, lo fue en todo el sentido de la palabra.
Dos anécdotas que siempre comentábamos cada vez que teníamos ocasión de encontrarnos: Fuimos en cierta ocasión a María la Baja a visitar a un amigo que estaba enfermo, el padre de nuestro amigo consciente de que éramos estudiantes, mandó a preparar un sancocho, ya sentados a la mesa, nos dijo: “coman muchachos ya que Dios los trajo donde hay”
Llegada la noche, fuimos a darle una serenata a una novia de nuestro amigo el visitado, llegamos a la morada de la joven y al pie de la ventana donde suponíamos que dormía ella en su cama, Oscar comenzó a cantar aquella canción que dice: abre el balcón…no había terminado la última sílaba de la canción, cuando el papá de la enamorada hizo sonar el timbre de un machete acompañado de estas palabras: “con que esas tenemos, lárguense de aquí o no respondo” La carrera no se hizo esperar, pero no nos habíamos dado cuenta, que el guitarrista era cojo.
Oscar descansa en paz, ya tendremos ocasión de volvernos a encontrar y reírnos de esta y otras aventuras de las que participamos a través de nuestras vidas de estudiantes.
Para Constanza su esposa, su hermano Virgilio y toda la familia, reciban nuestra sentida condolencia.