Señor mío y Dios mío, me gusta leer tu Palabra, ella es vivificante para mí, en ella encuentro tu acción en la vida de quienes te siguen, y tu Palabra llena, tu Palabra sana, tu Palabra anima el corazón, tu Palabra disipa el miedo, tus palabras bendicen, tu Palabra hace feliz a quien la lee, a quien la escucha. Tu Palabra cuestiona el actuar, pero porque quieres el bien para todos, por eso nos pides amar, dejar a un lado el egoísmo y la maldad. Y cuando me acerco a tu Palabra puedo sentir que no te cansas de acompañar a quienes amas, pero sobre todo, no te cansas de tener los brazos abiertos para recibirme en todo momento. Tu Palabra tiene poder, y quiero que tu Palabra siga creciendo y germinando en mí. Y ahora digo como el centurión: «Señor, solo una palabra tuya bastará para sanarme». Amén
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