Fondo blanco. Letras negras. Un tamaño de fuente que genera impacto pero que no exagera. DEMOCRACIA. Es un reclamo. DEMOCRACIA. Reclama garantías. DEMOCRACIA. Exige transparencia. DEMOCRACIA…
Era la tarde del domingo 16 de febrero y en el Cono Sur poco nada se habla de los sucesos del Caribe. La política internacional se detiene en la región (bien al sur), Estados Unidos y Europa, poco más. Mientras, en las redes sociales, el cantante dominicano Juan Luis Guerra tuitea una placa en la que se lee: DEMOCRACIA.
Es casi un pedido de auxilio, una voz de alerta sobre lo que acontece en su país. La Junta Central Electoral suspendió las elecciones municipales en República Dominicana en la misma jornada de los comicios. El argumento fue que existían fallas en el nuevo método electrónico de voto, pero según el testimonio de varios ciudadanos esos yerros se concentraban en que algunos candidatos y partidos de la oposición no aparecían como opción para los votantes. O no los cargaron o los eliminaron, vaya a saber, pero el resultado es el mismo, una agresión a la democracia y un aumento de la desconfianza sobre el sistema político y democrático de la isla.
El posteo de Juan Luis Guerra, se constituye en una denuncia que tiene un peso muy superior que el de muchos políticos, y que para sorpresa de muchos, tiene un alcance mayor –al menos fuera de fronteras– que los que logran los aparatos de comunicación político partidarios y gubernamentales.
Se trata del peso de la cultura y de los artistas, que gozan de un prestigio superior al de los políticos y de los partidos, por lo que resultan ser voceros autorizados y fundamentalmente creíbles –en muchos casos–, en países donde la democracia está débil o la política como herramienta de cambio resulta cuestionada.
La cultura y sus agentes son armas de temer para los políticos y para los gobiernos totalitarios. Son un instrumento que vulnera la censura y que puede horadar la reputación de administraciones o políticos de turno.
Un ejemplo claro de ello ha sido la murga uruguaya, de las que se dice que son históricamente de izquierda, y es cierto, incluso jugaron un rol muy importante en la resistencia contra la dictadura cívico militar de las décadas del 70 y 80. Actualmente siguen en la misma línea, sus presentaciones destilan política, se reconocen progresistas y sus letras advierten sobre el neofascismo que apareció en las últimas elecciones nacionales del pueblo oriental.
No importa si ganarán o no el certamen, pero en el carnaval uruguayo de este febrero del 2020 la murga La Gran Muñeca presentó un cuplé sobre los pueblos originarios, advirtiendo no solo lo que acontece en este país sino en América Latina entera. El cuplé ganó más popularidad en el exterior, gracias a las redes sociales y a los retuits de notorias personalidades, entre ellas la del expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Es que el mensaje advertía sobre los avances de las derechas en la región, la represión y los abusos que sufren los pueblos latinoamericanos y la necesidad de salvaguardar esta patria grande. La cultura latinoamericana habla en Uruguay, en Dominicana y en cada terruño del continente. Los pueblos escuchan. DEMOCRACIA.
Llegamos al carnaval,
para defender la tierra.
Llegamos al carnaval,
hoy América despierta.
Pueblos originarios que se juntaron para luchar,
contra los dictadores evangelistas de Donald Trump.
Este es nuestro lugar
y tenemos que cuidarlo.
Nadie nos podrá callar
suena fuerte nuestro canto.
Somos la Patria Grande y ahora nadie nos va a parar,
entre todas y todos el continente resistirá.
Macri ya no está más,
que la gente no se olvide,
que le gusta reprimir
igual que a Piñera en Chile.
Afuera Bolsonaro con su racismo que nos asusta.
Fuera la vieja cheta que está en Bolivia y se cree rubia.
Ecuador está muy mal, paga el pobre gana el rico.
Colombia se despertó, en Perú mandan milicos.
Vemos que la derecha vino por todo una vez más
y hasta no conseguirlo queda muy claro no van a parar.
(Murga La Gran Muñeca 2020)
Marcel Lhermitte es consultor en comunicación política y campañas electorales. Periodista, licenciado en Ciencias de la Comunicación y magíster en Comunicación Política y gestión de Campañas Electorales. Ha asesorado a candidatos y colectivos progresistas en Uruguay, Chile, Francia y España fundamentalmente.