
Los bochornosos y vergonzosos incidentes que durante estos días han enmarcado la final de la Copa Libertadores de América, entre Boca Juniors y River Plate, nos muestran el lado oscuro del fútbol. Un lado tenebroso donde la violencia y el odio desmedido son el común denominador y que es la causa principal de todas las cosas que han pasado en Buenos Aires.
No deja de ser paradójico el que la clasificación a la gran final de la Copa Libertadores entre los dos equipos más populares de Argentina se haya tomado como algo histórico y muy positivo para el país.
En efecto, de acuerdo con los incidentes que se han registrado las cosas resultaron al revés y lo que ha dejado esta final de la Copa Libertadores de América es una imagen negra y nefasta para el país gaucho.
Todo esto tiene sus raíces en la rivalidad, por no decir odio, que existe entre los seguidores de Boca Juniors y River Plate, quienes no se pueden ver ni en pintura, como se dice de manera popular.
En ese sentido, la problemática es tan delicada, que, -esto no es ninguna exageración, sino la más pura verdad-que matrimonios y noviazgos en Argentina se han ido al traste, solo porque -para citar un ejemplo- el padre de la novia es hincha acérrimo de Boca, pero el novio es de River Plate o viceversa.
Ya hace muchos años el destacado escritor uruguayo, Eduardo Galeano, en su libro “El fútbol a sol y sombra”, nos contaba que alguna vez un hincha del Nacional de su país le contaba que el solo ver la camiseta del Peñarol le producía náuseas y que cuando el Peñarol jugaba contra algún equipo de otro país en la Copa Libertadores de América los hinchas del Nacional iban al estadio a hacerle barra a los visitantes.
Esto es odio y sectarismo puro (no queremos creer otra cosa que nos contaron respecto a que en algunas empresas en Buenos Aires el jefe le pregunta al aspirante a algún trabajo si es hincha del Boca o del River) y explica gran parte de lo que ha pasado con la final más accidentada en toda la historia de la Copa Libertadores.
Una final que en nuestro concepto ya perdió toda su esencia futbolera en aras del rencor.