La confianza es un elemento fundamental que nos permite creer en el otro o en el buen fin de una situación, por tanto, siempre esperamos que se haga lo correcto, se cumplan nuestras expectativas y que no nos decepcionen. La facilidad para creer en los demás se ha visto eclipsada por la ausencia del correcto proceder; se ha marcado la tendencia del “piensa mal y acertarás”, lo cual es un factor contraproducente que genera barreras en la manera en cómo nos relacionamos.
Culturalmente en el país y sus regiones la desconfianza ha primado por los diferentes momentos que hemos vivido a través de los años; como lo han sido: el narcotráfico, la corrupción, la delincuencia, los contratos a dedo, entre otras variables determinantes que han naturalizado el no confiar en el otro, en las instituciones, en las promesas y sobre todo en la palabra, que anteriormente era una escritura pública que se cumplía al cien por ciento.
Por ende, uno de los focos principales de desconfianza se ve evidenciado en el ejercicio de la política, tal vez la profesión con gran mala imagen del país, reconocida por sus falsas promesas y promesas, sonrisas simuladas, abrazos sin cariño y poca gestión de algunos dirigentes.
Asimismo, debemos reconocer que en la actualidad muchas son las críticas que reciben los políticos y las instituciones en las redes sociales, diarios y medios de comunicación, muchas personas inconformes y con justa razón. Pero lo realmente importante a examinar, es ¿Qué estamos haciendo para mejorar?, es allí donde la incertidumbre crece, donde queremos que hagan, pero no hacer, criticamos, pero no proponemos, decimos, pero no actuamos y seguimos haciéndoles el juego en sus campañas políticas, las cuales ya se acercan.
En efecto, los que debemos cambiar, respetar el pensamiento del otro, actuar sin segundas intenciones, trabajar desinteresadamente por un fin colectivo, proponer y luchar en equipo somos nosotros. Demostrar que no nos da igual nuestro entorno y los demás.
La política no es mala, de hecho, en su esencia es determinante para una sociedad, tiene un fin muy significativo como lo hemos escuchado: “el arte de gobernar” ya que pretende direccionar las políticas de desarrollo e instituciones, con el fin de hacer el bien o como muchos políticos lo dicen fervientes en campaña “el arte de servir” teniendo en cuenta el ayudar a los demás. Para mí la política es “el arte de pensar en colectivo”, en los demás, en trabajar unidos por un mismo fin.
Todos debemos trabajar en equipo para sacar adelante a nuestra ciudad, contribuyendo desde nuestro entorno, participando activamente y siendo veedores de lo que pasa con el municipio de Magangué, pero muchos callan, siendo dolientes y solidarios frente a lo que vive el otro, entendiendo que debemos ser primero ciudadanos comprometidos para construir una mejor ciudad.