El Acuerdo Final para la “Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, coincidimos no fue el acuerdo deseable, ni el que todos quisiéramos, sobre todo, con el imperativo de justicia, sin embargo, fue lo mejor posible y viable para Colombia.
En ocasiones en la intimidad de mi pensamiento logro cuestionarme sobre el talante del Presidente Juan Manuel Santos, en lo relativo con el proceso de paz: ¿Fue ingenuo, traidor o pensó como demócrata? porque considero que terminar el conflicto con las Farc es necesario e importante para Colombia, no dudo, que el raciocinio del presidente Santos fue la de un demócrata, antepuso sus intereses personales registrados en el cálculo político.
El nuestro es un país con diversidad de problemas, parece un dragón de diez cabezas, siendo las Farc uno de ellos. Lograr desarmarla no nos convertirá espontáneamente en un país convulsionado a otro escandinavo, es un despropósito semejante consideración. Aún sobreviven otros actores armados, la desigualdad, la pobreza, la corrupción, la debilidad institucional, el narcotráfico, reparación a las víctimas, entre otros.
La dejación de armas, reincorporación a la sociedad civil y procesos de convivencia, procura romper ciclos históricos de violencia. Este proceso lleva consigo la clausura más de 50 años de violencia, periodo en que ningún colombiano haya visto afectada su vida. Cerrar un capitulo que dejó más de 260.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, casi siete millones de desplazados, violaciones, secuestros e incontables tragedias personales, merecen el premio nobel de paz, asimismo, la certeza de inmortalizarse en el recuerdo, hacer parte de la historia y lo intangible que supone la eternidad. No hago parte de la hinchada de los áulicos, ni de la oposición a ultranza con vocación vociferante de exigua argumentación. Simplemente soy un colombiano agradecido por la causa de gobierno para acabar el conflicto con las Farc, y comprendo, que esta etapa hace parte de la extenuante maratón que debemos hacer es un buen punto de partida para el arduo proceso de construir nación y sociedad.
Presidente Juan Manuel Santos, como todavía persisten los incrédulos y los ávidos de poder que hacen e hicieron política con el conflicto, me parece pertinente resaltar que su ejecutoria empezó a dar frutos. Este año 2018, tuvimos apertura democrática celebrando las elecciones más pacíficas y pluralistas de la historia reciente. Y como factor perceptible quedó desmentida la tesis de la entrega del país.
Juan Manuel Santos, usted hizo mucho, la paz es su mejor legado, sin embargo, aún quedan etapas por correr y los compromisos matriculados en la implementación de los acuerdos. La Justicia especial para la Paz, combatir con eficacia a los carteles de la droga, la reforma rural integral y el inherente problema de los cultivos ilícitos. Materializar estos encargos significará el fruto que nutrirá lo sucesivo de un país ansioso.
Quiero agradecerle presidente Santos por lo que hizo con la finalización del conflicto con las Farc. Como usted lo ha señalado, será la historia la encargada de evaluar sus ocho años de gobierno. A partir de entonces, descanse, aproveche y disfrute su familia y vuelva a recorrer el mundo compartiendo el principal hecho de su gobierno, siempre enfatizando que la paz es lo mejor que le puede pasar a Colombia y al resto de la humanidad.