A través de la historia de la humanidad se han presentado casamientos o uniones matrimoniales de hecho, entre un hombre y una mujer, que tienen muchos años de diferencia el uno del otro o que pueden ser al revés, una mujer bastante mayor con un hombre bastante joven, que no ha alcanzado aún su madurez psicológica, para poder asumir la responsabilidad en su nuevo rol de esposo o en el caso de la mujer el de esposa, a quien le falta mucha experiencia, para poder soportar las cargas que conllevan el ser la madre de sus hijos, al conformar un nuevo hogar.
De acuerdo al orden gubernamental divino en los cuatro evangelios, se sostiene que el Esposo es la cabeza de su hogar, así como Jesucristo es la cabeza de la Iglesia. Que para llegar a cumplir estas recomendaciones cristianas, el esposo debe un poco mayor en edad que su esposa, para poder ejercer su Autoridad ante Dios y ante los hombres.
En nuestra sociedad son casos muy especiales en los cuales, el esposo es menor en edad ante su esposa, por escasos meses o años, que garantizan que su unión matrimonial, tenga como base al verdadero amor sentimental, puro, leal y sincero, enmarcado por el respeto mutuo, la solidaridad para estar presentes juntos, en las situaciones favorables, de dicha, felicidad y alegría, como también en los momentos difíciles de tristeza, dolor, fracasos o de enfermedades de uno de los dos cónyuges o en sus hijos, cuando estén en serio peligro de muerte.
Desde el 30 de Marzo nos enteramos del romance entre una dama pensionada de la Policía de Chile, con 52 años de edad, quien había viajado a Colombia con su prometido, un joven santandereano de 28 años, quien según sus declaraciones a la televisión y radio colombiana, la había denunciado como desaparecida y que no sabía de su paradero.
Sus familiares desde Santiago de Chile, solicitaban a las autoridades colombianas, buscar el paradero de su hermana. Fueron trascurriendo los días y los organismos de investigación del estado, desenterraron el 30 de abril, los restos incinerados de esta mujer, identificados plenamente al realizarle la necropsia correspondiente y los cuales, el viernes en la mañana, fueron repatriados tristemente a su país natal.
Muchas veces esta clase de “relaciones sentimentales” se dan, porque existen intereses económicos de por medio. Porque se ha comprobado que su pretendiente le hizo comprar un seguro de vida por valor de 31.000 dólares en Chile, unos 100.000.000 de pesos colombianos. Siendo él el único beneficiario y ya estando en Colombia, la dama sufrió violencia intrafamiliar y feminicidio agravado que la llevó a la muerte.
Que este y muchos casos que se conocen a diario, sirvan de experiencia para quienes en su vejez, tanto en hombres como en mujeres, abran bien los ojos con quien se relacionan y que el dueño de la vida, nos preserve el sufrir de estos pretendientes que pueden oscurecernos el otoño de nuestras vidas.