La gurú hindú Mata Amritanandamayi, conocida también como Amma, es para muchos en el mundo una santa viva no sólo por su enorme obra caritativa sino por el poder que tienen sus abrazos curativos.
Esta mujer que afirma que el ser humano no puede progresar espiritualmente si no desarrolla un espíritu altruista tiene en el abrazo la bendición para curar y hacer felices a las personas.
Es que el abrazo, aunque silencioso dice mucho de sí mismo.
Abrazar a las personas que nos agradan en los momentos más difíciles de la vida resulta no sólo estremecedor y poderoso sino que su magia recompone heridas, genera confianza, amor y le da fortaleza y sentido a nuestros pasos para aliviar nuestros sufrimientos.
Un abrazo que dure más de 20 segundos tiene el poder de liberar la hormona del apego y del amor y permite disipar emociones negativas como el miedo, el odio, la ansiedad y la tristeza.
Varios estudios confirman que el acto de abrazar es tan importante en nuestra interacción con los demás que si damos 6 abrazos al día estaremos experimentando una sensación de armonía interior que combatirá nuestros estados depresivos y nos alejará de muchas enfermedades.
El escritor Paulo Coehlo describe: “Dice la tradición que cada vez que abrazamos de verdad a alguien, ganamos un día de vida”. En algunos hospitales se ha venido implementando la filosofía del “tacto terapéutico” donde se tiene un contacto físico con los pacientes en un lenguaje desde el corazón. Magangué, requiere abrazarse más con la vida y por eso invito a nuestros líderes políticos, empresariales y sociales a que promovamos y nos comprometamos a una alianza de más abrazos que odios.