Con gran expectativa inician la construcción de los planes de desarrollo que se harán de la mano de los concejos municipales, asamblea departamental, consejos territoriales de planeación y la corporación autónoma regional CAM.
Según el artículo 123 de la Constitución de 1991 de Colombia, «los servidores públicos son los miembros de las corporaciones públicas, lo empleados y trabajadores del Estado y de sus entidades descentralizadas territorialmente y por servicios». Los empleos en los órganos y entidades del Estado son de carrera.
Vemos en el ciudadano con frecuencia un descontento generalizado, el funcionario público en su gran mayoría actúa con negligencia, descomedimiento, antipatía y arrogancia a quienes inician cualquier proceso público de trámite, servicio o beneficio. Estos son directamente la cara de los mandatarios y de su gobierno.
Ha dado lugar para que personas que por primera vez que asumen esta responsabilidad y otros repitan esta oportunidad, se les elevé los humos, se les crezca el ego y desconozcan que el constituyente primario es el común denominador de la administración pública. Y no solo quienes ostentan altos cargos si no también quienes tienen cargos medios o bajos.
Hay funcionarios que no perciben que la responsabilidad pública es un gran desafío y una gran oportunidad, además que esta suele ser pasajera, que en esto se asume un compromiso y una disposición permanente para colaborar con los ciudadanos que demandan información y respuestas, así estas sean negativas.
Desconcierta la descortesía con que reciben al ciudadano, muchas veces no saludan, no responden, ni mucho menos solucionan la problemática particular o colectiva de quien disponen de la función pública para buscar una respuesta concreta. Se quisiera entender que el funcionario y el empleado público, es de carne y hueso, también tienen presión y que a la vez enfrentan en su trabajo y vida personal el estrés, y el mismo ritmo diario, pero este debe tener la capacidad de responder a cada momento del ambiente laboral, aun así, cuando este sea difícil.
En suma, de uno y otro lado se dan condiciones que hacen, que, en muchos casos, la relación funcionario público-ciudadano se convierta en algo muy ingrato y esto explica la mala imagen que de aquellos se ha consolidado en la sociedad.
No obstante, la mayor responsabilidad recae en los servidores públicos que además de formarse para generar una relación amable y considerada, deberán educar a los ciudadanos con su comportamiento respetuoso y diligente, entendiendo que, en muchos momentos, ellos mismos actúan como ciudadanos ante otro que es funcionario público al cual demandan un servicio y de quien esperan respeto y diligencia.
La impaciencia y la intolerancia es creciente cada vez más en nuestro país y es más el desprestigio de la institucionalidad. No solo está en manos del alcalde y el gobernador devolverle la confianza al ciudadano, es de quienes lo rodean. A sus secretario, gerentes y directores, pero también a concejales y diputados. Reciban la comunidad, atiendan las problemáticas que son miles, atendamos el teléfono, salgamos de las oficinas y salgamos a la calle a ser facilitadores y solucionadores.
Ahora, finalizando el primer mes del año e iniciado febrero, debemos, ciudadanos y servidores públicos, modificar ciertos comportamientos. Sólo si actuamos así, estaremos aportando al logro de una grata convivencia y a la construcción de la paz en nuestro entorno.