El secuestro del hijo del alcalde del Carmen, Norte Santander, y la violación y posterior asesinato de una niña en Fundación, Magdalena, las constantes noticias de menores inversos forzosamente en la explotación sexual, venta de drogas y explotación laboral, demuestra dos cosas; lo difícil que es ser niño en Colombia y que no hay políticas claras de atención a la primera infancia.
Lo que no se entiende es por qué se dan estos hechos cuando a nivel nacional e internacional exigen especial protección para ellos, pero en la práctica se ve todo lo contrario ante la notoria desprotección y vulnerabilidad de sus derechos.
Los actores de la ilegalidad, sus entornos escolares, sociales y familiares –en muchos casos- son los principales sindicados de cometer estos aberrantes hechos.
Estos actos – como ya es costumbre en nuestro país- suscitó nuevos pedidos de la implantación de la cadena perpetua para violadores o la castración química de los mismos.
Lo extraño es que esos mismos políticos que ante un hecho de estos exigen penas perpetuas para estos violadores, son los mismos que en muchos casos cuando se presenta esos proyectos en el congreso de la república, se encargan de votarlo de manera negativa o colocando trabas para su hundimiento.
Muchas han sido las ocasiones en la que este proyecto se ha presentado y a la fecha no hay nada en concreto.
No hay duda que al Estado le asiste una gran responsabilidad en velar por nuestros niños, pero también la hay por parte de los padres de familia y los educadores en la creación de espacios y procesos dignos para los niños que les permita ejercer su infancia blindados contra las condiciones adversas de seguridad y abandono.
El pueblo colombiano de la mano de sus autoridades, debe emprender ya una campaña destinada a brindar protección y seguridad a todos sus niños, no importando su estrato o condición social.
Así lo exige esta triste realidad que estamos viviendo.
En estos casos se demanda una justicia eficaz con penas ejemplarizantes, para que nuestros niños en Colombia puedan ser eso; niños que vivan sin temor a disfrutar su infancia.