Asombroso lo que hace mucho tiempo era películas de ciencia de ficción, hoy es una realidad, mientras nosotros los habitantes de la tierra dormimos, otros trabajan, otros se divierten, el vehículo espacial DELTA IV HEAVY con sonda a bordo va camino al sol, a una velocidad de 700 kilómetros por hora a traspasar sin derretirse esa bola de fuego de millones de grados centígrados de temperatura, y solo del tamaño de un vehículo desafiando nada más que la estrella más gigante del sistema solar que mide 1.392 millones de kilómetros de diámetro, de hecho es tan grande que cabría 1.3 millones de tierra, hasta ubicarse victorioso en la corona del sol, la parte más externa del astro rey, un halo luminoso que circunda el núcleo solar conformado de muchos elementos químicos que son comunes en la tierra y en todo el universo, Helio e Hidrógeno, entre otros, pero en estado gaseoso por las elevadas temperaturas que fusionan estos elementos químicos.
Lo que podría llamarse la conquista espacial jamás alcanzada en la historia por el hombre y posesionado en la corona del sol, su misión es la de penetrar en las entrañas de esta estrella, epicentro del sistema solar, para obtener mejores conocimientos científicos sobre otros componentes químicos que lo puedan conformar, mejor noción sobre sus frecuentes reacciones nucleares, en fin, descubrir el misterio que esconde esta gigantesca estrella y profundizando el hombre en estos conocimientos científicos, tendrá más información sobre el funcionamiento del sistema solar en la que la tierra hace parte. Esta aventura científica aventaja más a los EEUU en su superioridad de exploración astronómica ante cualquier otra nación de nuestro planeta. Y lo convierte sin duda en amo absoluto del espacio y muy merecido entre otras cosas, como quiera que mientras Rusia y otras potencias de la tierra no le dan la justa importancia que merece el espacio, EEUU ha hecho otra cosa para ubicarse en la cumbre en esta materia de la que puede utilizar en futuro no lejano para aplastar desde el espacio con armas especializadas a naciones que son sus enemigos con el solo amago de un ataque.
Y una nave espacial en la que su mayor admiración lo constituye su contextura de extraordinaria resistencia en donde solo la superficie del sol arde 5,500 grados centígrados y en la corona aumenta el calor 300 veces más, cuando el acero más resistente se derrite a mitad de camino de la tierra al sol, a una distancia de 150 kilómetro en la que se calcula que esta diminuto y osado cohete estará posado en la corona en cuestión de unos meses, podría demorar volando de Tokio a Nueva York un minuto, velocidad inimaginable en tiempos atrás cuando pensar llegar al sol era algo inalcanzable.