Apoderarse de la finca de los hermanos Dairo y Wilmar Rivera Rodríguez en el corregimiento de San Cayetano -San Juan Nepomoceno-, es la hipótesis que más fuerza ha cobrado en torno al asesinato de los ganaderos, hecho que quedó al descubierto el martes en la mañana con la captura de los cinco presuntos implicados.
Esa versión es la que se ha conocido durante las audiencias preliminares que se realizan en el Centro de Servicios Judiciales, en la plaza Benkos Biohó, en esta ciudad.
El martes en la noche, un juez de Control de Garantías legalizó los arrestos de ‘el Guillo’, ‘el Mono’, ‘Javier’, ‘Jesica’ y ‘Jesús’, además de los allanamientos y las incautaciones de elementos como celulares.
La audiencia se suspendió tarde en la noche y se retomó ayer, a las 3 de la tarde, con la imputación a los procesados por los delitos de secuestro agravado, homicidio agravado y concierto para delinquir. En medio de esas diligencias también se ha conocido que la mujer capturada sería compañera sentimental de uno de los cuatro retenidos.
Respecto a los móviles del asesinato de los dos ganaderos, secuestrados el pasado 14 de marzo, se dice que algunas personas habrían querido apoderarse a las malas de la finca de los hermanos, que es una herencia familiar. Será la Fiscalía la encargada de esclarecer cuál fue el verdadero motivo por el que mataron a los hermanos Rivera.
Hay que recordar que uno de ellos se salvó -un tercer hermano- porque no estaba en la finca cuando llegaron cinco encapuchados a llevárselo también. En San Cayetano rumoran que alcanzó a darse cuenta de lo que pasaba y pudo huir.
El drama
Durante dos meses, no hay vecino que no llegue a la finca de los hermanos Dairo y Wilmar Rivera Rodríguez en San Cayetano a preguntar cómo va la investigación del caso del doble secuestro.
Para los familiares, en medio de la angustia, es difícil oler la maldad, y el martes quedan estupefactos cuando la Policía de Bolívar revela que los ganaderos están muertos y que uno de los presuntos implicados en el caso es precisamente uno de sus vecinos.
Dairo y Wilmar Rivera Rodríguez conviven, por decirlo así, al lado del enemigo. Esto queda evidenciado con los detalles que entregan los investigadores del caso. Ellos dicen que las llamadas interceptadas son claves para corroborar que los Rivera son asesinados el mismo día que los sacan a la fuerza de su propiedad.
Pero no solo eso descubren durante las interceptaciones. También conocen que el lugar a donde llevan a los dos hermanos no está muy lejos de su tierrita. Ellos son asesinados y enterrados en una fosa común en un predio vecino de la finca de ellos.
Se conoció que los cadáveres, al parecer, aún tendrían las capuchas negras que les pusieron a los ganaderos para sacarlos de la finca y así evitar que reconocieran el camino por donde los llevaban.
Según la Policía, los presuntos secuestradores seguían haciendo las llamadas para pedir dinero, pese a que las víctimas ya estaban muertas. Esto con el objetivo de despistar a los investigadores.