Sin lugar a dudas a partir del próximo martes, luego de la posesión del nuevo mandatario de los colombianos, Iván Duque Escobar, el país entra en un cuatrienio de la más grande incertidumbre de la que se tenga recordación en la vida republicana de nación.
Incertidumbre porque es una incógnita total saber cuál será el rumbo de la nación en materia de mantener los caminos de paz allanados por el mandatario saliente Juan Manuel Santos, que la verdad sea dicha no fueron los mejores acuerdos, pero que por lo menos logró que cesara una guerra que por más de cincuenta años inundo de sangre el territorio nacional.
No se sabe si Duque arrasará con los acuerdos de la Habana, o si los modificara o si incumplirá lo acordado o si los cumplirá.
Durante la campaña, Duque, no logró aclarar las dudas de cual va ser su posición frente a los acuerdos y de allí nace la incertidumbre del camino o rumbo que tenga la nación en los próximos cuatro años.
Pero otra de las incertidumbres de muchos de los colombianos sobre el nuevo mandatario de los colombianos, es la de saber si será él quien gobierne a la nación o como es voz populi, será su mentor quien lo haga.
Duque es un hombre joven, de pronto sin la experiencia en materia política –ojo en materia política- pero con grandes deseos de forjar la reconciliación entre los colombianos, pues no es un secreto que hoy el país está polarizado entre la derecha y la izquierda.
Incertidumbre también porque no se conoce cuál será el rumbo en materia económica de la nación, pues e claro que una de las primeras acciones del nuevo gobierno será la de presentar otra reforma tributaria para aliviar la crisis financiera que afrontamos por los malos manejos, pero sobre todo por el cáncer de la corrupción, una corrupción que esta enquistada en los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial.
Es claro que a Colombia no se la robaron los pobres, sino los ricos de cuello blanco, pero quienes pagan ese robo somos los colombianos del común.
Desde lo más profundo de mi corazón le deseo éxitos al nuevo mandatario y me sentiría más que complacido si con la ayuda de Dios, por lo menos logra la reconciliación entre todos, porque Colombia no es de los de la derecha ni de los de izquierda; es de todos.
J. J. Rubiano
Consultor y Asesor Político, de Imagen, comunicaciones
Y Organización de Campañas