Miremos cómo un tema produce diferentes reacciones y actitudes, y hace organizar a la oposición. O un error de cálculo o el acatamiento a los radicales de su partido político, el Centro Democrático, hizo que el presidente Iván Duque acudiera a presentar seis objeciones de inconveniencia a la ley estatutaria de justicia transicional, y accionara de esta manera una reacción en cadena de críticos que consideran que esta acción presidencial dinamita la paz al generar inseguridad jurídica a los desmovilizados, dejar sin “verdad” a los familiares de las víctimas, chocar contra la Corte Constitucional como tribunal de cierre que produjo una sentencia de control constitucional sobre la exequibilidad de esa ley.
La sentencia de control constitucional sobre la ley estatutaria es cosa juzgada material y no es admisible presentar objeciones de inconstitucionalidad ya resueltas como si fueran objeciones de inconveniencia.
De esta forma no va a lograr mayorías en el Congreso porque pese a la dispersión de las fuerzas de la Unidad Nacional santista, desperdigados unos como aliados del gobierno, otros como independientes y otros desaparecidos por sustracción de materia, los últimos reductos de esas fuerzas no van a tolerar que les desbaraten la paz, sello o marchamo que caracteriza los 8 años del gobierno de Juan Manuel Santos, premio Nobel de Paz.
La mayoría con la que ha venido trabajando el presidente Duque es una mayoría precaria en ambas cámaras del Congreso porque se ha negado a coaligarse con los que considera no lo acompañaron desde el principio (los ve como paracaidistas de segunda vuelta); esta coyuntura será aprovechada por los oportunistas que hacen malabarismo de independientes y van algunos a aprovechar el pulso para buscar cazar prebendas; otros para reacomodarse, otros para demarcarse; los liberales gaviristas que se han venido “endureciendo”, definirán la distancia o se ablandarán si logran gabinete.