La gran polarización que vive el país hoy entre la izquierda y la derecha, cada una con ideas que quieren imponer casi a la fuerza y que claramente está llevando a la nación además de un enfrentamiento entre los colombianos por defender sus ideas, hace que imperiosamente se dé a la mayor brevedad posible un acuerdo para evitar que se siga cayendo en un abismo sin fondo.
Hoy la discusión está centrada en torno a la decisión del presidente Iván Duque de objetar seis artículos de la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz y se convierte en el gran hecho político de lo que va corrido del año.
Por razones que saltan a la vista y tienen que ver, sobre todo, con la forma como este suceso ha vuelto a amalgamar posturas a favor y en contra del acuerdo entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc. El mismo que permitió el final de un conflicto armado de más de sesenta años.
Este acuerdo de paz hay que protegerlo a como dé lugar y velar para que lo firmado se haga realidad de la mejor manera posible. Importa, así mismo, valorar la manera como se ha dado el debate en torno a la decisión presidencial: señal de que dos pilares de una democracia, la separación de poderes y el sistema de frenos y contrapesos, gozan de buena salud.
Pese a que el no gano en el plebiscito y se hizo varias modificaciones entre los del sí y los del no –que ganaron-, este nunca les gusto o satisfizo a los promotores que no estaban de acuerdo.
Las objeciones presidenciales deben ser debatidas y votadas al interior de las Cámaras legislativas, debatidas con argumentos y no con sesgo político, porque esto lo que hace es aumentar el grado de polarización que vive el país.
La idea o lo que se quiere plantear es que se debe dejar de lado los dogmatismos que han impedido que siquiera se pueda escuchar a la contraparte para, con cabeza fría, tener la claridad que demanda poder valorar esta singular oportunidad.
Gobierno y oposición están, a tiempo para que la decisión del Congreso –aunque ya la Cámara de representantes las negó- sea resultado de haber identificado puntos de encuentro y no termine acentuando la polarización.
Esta discusión se está planteando como si hubiese un ganador y un perdedor y esto no debe ser así.
Debe haber un imperioso acuerdo que nos permita pasar la página y que los acuerdos nos lleven a buscar cómo se implementa la paz estable como duradera y que no volvamos a la guerra.