Trae el diario EL HERALDO de hoy 24 de Septiembre impresa a cuatro columnas, una foto en la cual anuncia el éxito obtenido por la primera Feria Internacional del Libro en Barranquilla, anuncia además, que mas de 100 mil personas visitaron los” stands” donde se expusieron los libros. Si hay algo que me haya dolido a mí, fue el no poder asistir y contarme entre esos visitantes donde según noticia se vendieron más de 25.000 libros.
Soy un enamorado de los libros , desde niño en la escuela primaria guiado por mi padre, se despertó esa pasión que en la medida que el tiempo ha transcurrido, esa afición se ha acrecentado hasta convertirse en un “vicio” si es que asi puede llamarse el hecho de leer a toda hora y todo lo que impreso esté al alcance de mis manos Si en la escuela primaria a la cual el Ministerio de Educación de la época – años 30 – mandaba muchos libros y revistas, entre otros la revista Rin Rin y el libro de la Biblioteca Aldeana, “Nuestro Lindo País Cololombiano”, leía con tanta pasión, esta se aumentó durante los años del bachillerato.
Durante los seis años de bachillerato bajo la dirección de los profesores Roberto Burgos Ojeda – padre del escritor Burgos Cantor – y de Miguel Henríquez Castañeda, la materia que ellos regentaban, estudio del castellano, constituía para mí un deleite bajo la fascinación de, cómo estos profesores ambos insignes maestros, dictaban sus clases con una claridad y gusto que hacía de nosotros los estudiantes, sus admiradores y fieles seguidores de la cátedra.
Esta hubiera sido la segunda vez que asistiese a una feria del libro, pues la primera fue por allá por los años 1942-1943 cuando recién llegado a Cartagena a iniciar mis estudios de bachillerato, en los bajos pasillos del palacio de la gobernación frente a la plaza de La Proclamación, abrieron la primera – para mí – feria del libro, con los escasos recursos económicos y hurtándole la cuota a la “lavandera” a quien ese mes no le pagué puntualmente sus servicios, me compré un texto que llamó poderosamente mi atención: “LA TIMIDEZ VENCIDA” fue el único que pude comprar y por una sola razón muy poderosa; toda la vida he sido algo tímido, quizá exagerando la prudencia conclusión a la cual he llegado, ya en mi senectud, . Haciendo un balance de los beneficios y pérdida de oportunidades que esto me ha proporcionado, finalmente puedo concluir que al colocar una y otra en la balanza del tiempo, esta se inclina un poco del lado de la timidez pero no me arrepiento de ello, pues los beneficios han sido incalculables.
Volviendo a lo de la feria recién clausurada aquí en Barranquita, digo que me ha dolido no contarme entre esos 100.000 visitantes, impedimento que causó la coincidencia de una pequeña cirugía que me hiciera en la cara, una experimentada dermatóloga quien me recomendó de manera muy enfática, no exponerme al sol, mantener la incisión bien cubierta y evitar sobre todo el que de alguna manera se me fuera a desprender el vendaje.
Ya vendrán otras ferias del libro y allí estaremos para, si no poder comprar ninguno, por lo menos recrear la vista leyendo títulos y admirando los diferentes textos de autores ya conocidos y de los nuevos que cada día escriben. PORQUE EL LIBRO, ESE LEAL AMIGO DEL HOMBRE NUNCA DESAPARECERÁ.