Los aspirantes a suceder al gobernante de la mermelada y el Nobel de paz –sin paz–, ya están en el partidor y avanzan las coaliciones para triunfar en primera vuelta, como lo habría logrado Óscar Iván Zuluaga hace cuatro años, cuando le montaron escándalo para detener su impulso. Esta no es una referencia nostálgica, pues las huestes del Centro Democrático están intactas alrededor de Iván Duque, escogido en un proceso interno y disciplinado, sin meterles la mano al bolsillo a los contribuyentes.
De Iván Duque se puede decir que no solo le cabe el país en la cabeza, sino el mundo, gracias a su experiencia en la banca multilateral y a su dominio del tema económico, definitivo para lidiar con las consecuencias del manejo errático y derrochón del Gobierno, que entrega el país al borde de perder el grado de inversión.
Iván Duque es el único candidato con PARTIDO, así, con mayúsculas; y con ese respaldo es el eje de una gran coalición de centro-derecha, agenciada por los expresidentes Uribe y Pastrana, a la cual llegarán Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez para definir candidato en 2018. Es la misma que triunfó en el plebiscito y hoy tendrá de su lado a muchos de los desencantados de esa paz mal hecha.
Los conservadores, sin Martha Lucía y Ordóñez en sus toldas, se quedaron sin candidatos con posibilidades, pero su decisión genera incertidumbre. Sumarse a la de centro-derecha sería lo consecuente para el partido de Caro y Ospina; irse con Germán Vargas, su otra opción, representaría su desnaturalización ideológica.
Vargas Lleras ha hecho una tarea programática seria y cuenta con apoyo de las maquinarias parlamentarias, pero hoy luce estancado, a pesar de la adhesión de un sector cristiano que piensa más en curules que en ideas. Quizás se siente seguro con sus 5 millones de firmas, pero las firmas no son las urnas.
El Partido Liberal, después de su lánguida y polémica consulta, quedó fracturado con la exclusión de Galán, Sofía Gaviria y Vivian Morales, y con las acusaciones de parcialidad de Cristo, que es quien maneja las maquinarias. Por ello dejó solo a De la Calle, buscando coalición alrededor del proceso de paz, pero la de Fajardo, López y Robledo no lo quiere cerca, así que solo le queda arrimarse a la izquierda de Cara López y Petro, o por qué no, a la Marcha Patriótica de Piedad, que dice ir sola, aunque en realidad tiene detrás al partido Farc y a los millones del narcotráfico lavados por el Acuerdo.
Quedan los autoproclamados limpios de Coalición Colombia, también remendada después del golpe por la locuacidad de Claudia López. A mi juicio, están limpios, pero de ideología, de fuerza programática, pues a Fajardo no se le conocen pronunciamientos, más allá del compromiso anticorrupción.
Ya en el partidor, veo triunfante a la coalición de centro-derecha. Es mi pronóstico y mi esperanza.