En tiempo de campaña se debe poner en duda todo lo que circule por redes sociales.
La proliferación de perfiles falsos en las redes sociales, montajes y audios y videos editados que se distribuyen a través de WhatsApp y otro tipo de maquiavélicas tácticas digitales pueden llevar a los bolivarenses, que han vivido muchas campañas de guerra sucia, a vivir la peor de todo el año entrante.
Aunque la campaña aún no ha entrado en vigor, las mentiras y las verdades a medias, a partir de información manipulada, así como las campañas de desprestigio hacia quienes son o podrían ser candidatos ya marcan la tendencia de lo que será el debate electoral.
Lo más preocupante del asunto es que las redes sociales, medios a través de los cuales se llevan a cabo los planes que buscan acabar con la imagen de unos y de otros, son incontrolables, por lo tanto será inevitable que la guerra sucia que se ve hoy escale a niveles mucho más agresivos y dañinos.
¿Qué se puede hacer? La solución está en las manos de los candidatos y de los ciudadanos.
A los primeros hay que pedirles altura, no pueden validar métodos de los que se quejan ni pueden hacerse los de la vista gorda cuando en sus equipos tienen personas dedicadas no a posicionarlos a ellos sino a desacreditar a los otros.
Los ciudadanos, por su parte, deben procurar formarse un criterio propio sobre cada uno de los aspirantes a partir de los medios de comunicación serios, de los debates, de los foros, de las plataformas oficiales de las campañas, de los órganos de control y de las autoridades electorales. Descalificar a un candidato solo porque un perfil en una red social lo tacha de corrupto, incapaz o le endilga alguna acción indebida es también una irresponsabilidad.