Se abre paso y con muy buen apoyo por parte de las diferentes bancadas con asiento en el Congreso de la República, un proyecto de Ley mediante el cual –en buena hora- se restringe el uso de los celulares en las instituciones educativas en Colombia.
El pasado 21 de agosto, Rodrigo Rojas, representante a la cámara por el Partido Liberal, radicó un proyecto que, de ser aprobado, prohibiría el uso de dispositivos móviles en las aulas y los colegios, para estudiantes de preescolar, básica y secundaria y la medida va también para los educadores.
Si bien es cierto debemos seguir el paso de la modernización del mundo y estar a la vanguardia de la tecnología, y en eso el celular ha sido un aporte fundamental, también es cierto que el mismo destruyo la capacidad de investigación y análisis de los estudiantes que hoy resuelven sus labores solo con un “clik” en la universidad Google.
Además hay que reconocer que si bien este elemento debió ser utilizado como una ayuda en el aprendizaje con el pasar de los días se convirtió más en un elemento distractor que termino afectando la concentración en las aulas de los estudiantes.
Pero también los celulares y aquí lo hemos denunciado muchas veces, se convirtió en un elemento básico y necesario para fortalecer el consumo de drogas alucinógenas de los estudiantes en los planteles educativos, pues mediante una llamada a los “jibaros”, hacían que estos les llevaran las drogas hasta las instituciones educativas.
Esto no es nuevo y no hay que sorprenderse, de ello ya tienen conocimiento las autoridades policiales del municipio.
El proyecto también es bueno porque limita el uso de celular que ya viene causando en los jóvenes estudiantes trastorno del sueño y de la conducta interpersonal, agresividad y depresión por su constante uso.
Hay que decir que este proyecto de Ley tiene tantas personas a favor como en contra, pues sus detractores insisten y no sin razón que es como si quisiéramos negarnos a ir en la línea del avance de la tecnología por la autopista que minuto a minuto avanza la comunidad mundial hoy.
Pero también debemos ser conscientes que la prohibición por la prohibición misma no sirve de nada.
La salida no puede ser en ningún momento vetar su existencia o uso de por sí, sino más bien enseñar o crear políticas del buen uso de estos aparatos que no se puede desconocer hacen parte de la trasformación del ser humano y su ingreso a la era digital del mundo actual.