El comunicado mediante el cual los representantes de las principales organizaciones laborales del país, de los gremios económicos y el propio presidente de la República, Iván Duque, enviaron un mensaje de respeto al derecho a la protesta pacífica y rechazaron el uso de la violencia e incitación a la misma como mecanismo de protesta, debe guiar la jornada de paro del próximo jueves, 21 de noviembre.
Que los voceros de los sindicatos, de los empresarios y el Gobierno Nacional, en medio de sus diferentes visiones, coincidan en estos dos puntos, le envía un mensaje al país que vale la pena replicar. La moraleja es clara: a pesar de las discrepancias, se pueden encontrar puntos comunes a partir del diálogo y la concertación, esa es la vía para avanzar y lograr los cambios que el país requiere.
Esta reunión fue una oportunidad para aclarar varios temas. Ante los representantes de los empresarios y los directivos sindicales, el presidente Duque dejó claro que el Gobierno Nacional no tiene la intención y tampoco está de acuerdo con aumentar la edad de jubilación ni las semanas de cotización para alcanzar la pensión; así como tampoco patrocina la disminución del salario mínimo para los profesionales recién egresados que en su momento planteó Anif.
Protestar es válido si se hace por causas reales y de manera pacífica, quienes estén llenos de razones para marchar, pueden hacerlo, pero esto debe ser pensando siempre en construir, no en destruir ni mucho menos en agredir a quienes piensen diferente.
El caso chileno no debe ser un ejemplo a seguir, es ilógico quejarse de que no hay riqueza suficiente y que la forma de protestar sea destruyendo para generar más pobreza. El diálogo y la concertación son los caminos.