LA REALIDAD, QUE SUELE SER MOLESTA, CARECÍA DE INTERES PARA EL MANDATARIO PANTALLERO

Es un puente bonito. Pensaban bautizarlo con el nombre de la nietecita presidencial. O eso sugirió en su día un lambón de los que pululan por la política nacional y que tanto se prodigaron en el gobierno pasado. El gobernador de Bolívar propuso “Celeste” cuando el abuelo Santos fue a presumir de una obra que se inaugurará, como pronto, en febrero del 2020.
Se hizo las fotos de rigor, se dejó adular, y nadie osó recalcar que el puente más largo de Colombia, sobre el Magdalena, desembocará en un laberinto de trochas y calles de Magangué. Un caos para una bulliciosa urbe que pronto soportará el paso de unos 150 camiones y tractomulas diarias.
Pero la realidad, que suele ser molesta, carecía de interés para el mandatario pantallero que se sigue resguardando tras un grueso teflón mediático. No solo mandan al baúl del olvido los malos manejos y fracasos de su gobierno, también convierten en herejía el solo hecho de airearlos.
Santos y su ministro Cárdenas, que en tono grandilocuente clamó entonces que era “la obra visionaria que por décadas soñaba el país”, seguro viajaron en helicóptero y no se tomaron la molestia de mirar hacia abajo. Habrían comprobado que se trata de un puente tan lógico como decenas de otros en todo el planeta, con la única diferencia de que ese desembocará en infraestructuras modelo época colonial. Una de tantas embarradas que Duque heredó y debería corregir ya.
“Si Santos hubiese preferido un trabajo bien hecho antes que la foto, habría comenzado por arreglar la desastrosa vía de Sincelejo a Magangué”
Si uno va de Mompox a Guamal, el trayecto es un ‘huequero’ que exaspera. Y por el lado de Magangué hay tres rutas, a cual peor. Me di a la tarea de recorrerlas y padecerlas. Solo reproduzco algunas anotaciones:
“Entrando por el barrio Boston, calles destapadas y muy estrechas. En diciembre y en carnaval, cierran la principal y se forman unos nudos tremendos, y eso que solo circula el tráfico liviano”.
“Por el barrio San José hay un colegio que tranca todo en las horas de entrada y salida. Al ser residencial, los vecinos obstaculizaron el paso con troncos y ya advirtieron que si el Esmad los retira, los vuelven a poner”.
“La carretera nacional también es angosta, sin arcenes, pegada a las casas (hubo gente que corrió las cercas para robarse un metro). Por ese camino hay que atravesar Magangué: calles encajonadas, atiborradas de vehículos, con huecos e invasión de espacio público”.
“Donde termina Yatí y ante la Base de la Infantería de Marina, pavimentaron la vía hacia el puente. Es igual de apretadita que la que había, y tan cerca del Magdalena que alguien terminará en sus aguas. El río rompe en boca del Tiburón, inundada en la ola invernal del 2010, el único tramo que corrieron ocho metros para adentro. Luego termina en una oreja, pero pararon las obras en marzo del 2016 por hallazgos arqueológicos. Fragmentos de cerámicas, vasijas y restos de cuarenta esqueletos. Cuando parece que no hay más, encuentran un nuevo vestigio”.
“También se puede seguir hacia una Y. Un brazo bordea una invasión, y la población corta el paso porque no quiere tractomulas. El otro, pura trocha con huecos y ondulado”.
Si Santos hubiese preferido un trabajo bien hecho antes que la foto, habría comenzado por arreglar la desastrosa vía de Sincelejo a Magangué, la de Mompox, y, sobre todo, estarían terminando la variante, que aún no tiene diseño ni fondos para su construcción. Cuando empiecen los paros de vecinos y afecten el transporte, echarán la culpa a este gobierno, que también debe remendar la herencia chimba de las famosas vías de ‘última generación’.
Como era habitual, pusieron un nombre rimbombante a unas simples carreteras de doble calzada, muchas sin márgenes y con líneas despintadas. De las ocho 3G que prometió, Santos solo hizo cuatro, a razón de menos de media por año. Y de las 31 4G que anunció con bombo y platillo, hay dos descartadas, seis en marcha, y del resto solo legó enredos, corrupción y mala gestión. Por cierto, en el 2015 anunció que inauguraría el túnel de La Línea en noviembre del 2016. Duque, aún si teflón, puede hacerlo mucho mejor.