Dice el columnista Duncan. Hay que aprender a mirar el bosque – porque a veces los árboles no dejan verlo, dice el refrán- sobretodo en política. Más que en Ingeniería Forestal. Lo cierto es que el Presidente arrancó antes de posesionarse: al otro día de asumir el mando estaba ya en el Congreso suscribiendo los proyectos de Ley Anticorrupción. Quién los engavetó? El Congreso , los parlamentarios. Porqué? Muchos artículos les afectan el bolsillo. ¿cuál ha sido la costumbre de los Mandatarios para conseguir la aprobación de leyes? Llamar a manteles a Palacio a las bancadas y servirles mermelada de entrada y de salida.
Duque lo advirtió en todos los rincones de la patria durante su campaña: cero mermelada, cero corrupción. Ahora viene la discusión del presupuesto para el año entrante. Desde el momento de su presentación por el gobierno anterior antes de las elecciones se encontró que era deficitario. Santos y su ministro Cárdenas dejaron la olla vacía. Solo se veían trazos de mermelada.
El Presidente Duque dijo que no gobernaría con espejo retrovisor, es decir, que no se quejaría de la situación en que le dejaron las arcas del tesoro nacional. Pero los demás colombianos, la mayoría, de acuerdo con los resultados electorales, si tenemos ese espejo –que además es reglamentario estar mirándolo (no cierto Dr. Macías ?) ya sea en carro, moto o bicicleta- y nos dimos cuenta que los programas que financian el Acuerdo de Santos con la antigua guerrilla si estaban bien atendidos por su ministro, tanto que muchos de esos barrigones han estado pasando vacaciones en el exterior. Y los demás, que esperen.
Entre estos últimos, los presupuestos de las universidades públicas. Ahora, los mejores amigos de las Farc, sentados en las curules donde les corresponde, “acompañan” y animan a los estudiantes a sus manifestaciones que, como sabemos de marras, se convierten en desórdenes que aprovechan los desadaptados de todas las épocas para “grafitear” y desbaratar lo que encuentran a su paso. Pero Duque está en lo que está, dicho desde la campaña: dialogar y concertar. Sin corrupción. Apelando a la razón de ser del Congreso, parlamentar, disentir con argumentos, acordar.
No importa que le pongan rastrera zancadilla al principal interlocutor, el Ministro Carrasquilla, quien fue capaz de salir avante de la artera jugada. Es absolutamente necesario que Colombia ejerza la democracia con todos los elementos que ahora están sobre la mesa: diversidad de partidos y oportunidades, garantías para todos dentro de la ley, prensa libre (también sin mermelada) y confianza en el futuro. Mal que bien –y como es la costumbre: lentamente- avanzan las investigaciones judiciales emblemáticas de la dolorosa corrupción que invadió a la más sagrada rama del poder público: la Justicia. Hay que ser serios.
El reto de salir adelante con el país no es pequeño: una pobreza extrema en campos y ciudades que no disminuye sino irrisorias cifras en las estadísticas; 210.000 hectáreas de coca que no solo producen drogas alucinantes para los bolsillos de los criminales y esclavos bajo su mando.
También envenena a niños inocentes; salud pública por resolver, viviendas y vías por construir, etc. etc. Dejen trabajar al Presidente. ¡Es un excelente Colombiano! Y mientras tanto, lo que siempre nos olemos los colombianos: la corrupción en las alturas.
El Fiscal en el cadalso. Personalmente tengo el mejor concepto de Nestor Humberto Martínez. Lo ha venido haciendo muy bien. Sin miedo y sin miramientos. La Corte Suprema debiera atender con presteza la petición de la Vicefiscal Paulina Riveros de nombrar un Fiscal ad-hoc para este caso.