Si no cambian las penas, las ratas políticas no cambiaran
“Cuando un político dice que acabará con la pobreza, se refiere a la suya” Paulo Coelho
Mientras que en Colombia las penas para delitos tan abominables como la corrupción, sean la de casa por cárcel y el pago de sumas ínfimas frente a lo que se roban, aquí las cosas no van a cambiar y los de cuello blanco -que en un 99.9% hacen parte de la elite política de la nación- seguirán robándose lo que es del pueblo.
Es aberrante -por no decirlo menos- que estos bandidos no escatimen la crisis que está viviendo la nación como consecuencia de la pandemia y sigan robando los recursos del Estado para lucrarse en detrimento de los menos favorecidos.
No en vano el informe realizado por la ONG Transparencia Internacional, y presentado por la página web U.S. News, que recopiló información de corrupción con expertos y empresarios, dejó al país en el vergonzoso primer lugar.
Somos una vergüenza que no queremos reconocer, porque pareciera que nos gusta que las elites nos roben lo que nos pertenece o por lo menos lo aceptamos y no tomamos ninguna medida u acción.
Que a nadie le quepa la menor duda: entre tantos y tan diversos problemas que agobian hoy a los colombianos, ninguno es peor que la corrupción. No se le puede siquiera comparar con la terrible crisis que vive hoy el sistema de salud –que entre otras cosas quedo al desnudo con el covid-19-, ni con los grandes escándalos con los contratos pagos y no ejecutados y que los empresarios manejan a sus anchas.
La verdad y aunque es duro decirlo, nuestra clase política –en su gran mayoría porque no son todos- esta putrefacta y así lo sepamos, nos ha quedado grande acabarla, talvez por nuestra ignorancia política o por la necesidad del hambre que nos agobia, en un país en donde la desigualdad entre ricos y pobres es cada día más notoria.
Duele saber que hay millones de colombianos, que en lugar de pararnos en la raya y acabar con estos bandidos de cuello blanco, nos estamos acostumbrados a vivir con ellos; es decir nos acostumbramos a vivir en medio de la putrefacción.
Cierto es que la corrupción convive con nosotros desde hace muchos años, pero también es cierto –y los hechos así lo demuestran – que los últimos 20 años, han sido los más corruptos de nuestra historia republicana.
Pero aquí la responsabilidad no es solo de los colombianos de a pie que hemos permitido esa corrupción, también hay una gran falla en el sistema judicial que impone penas ridículas que no superan los seis años y los mandan para sus casas, en donde al borde de las piscinas y disfrutando de lo que se robaron, los corruptos se ríen de los colombianos.
Claro que el sistema judicial dirá que ellos cumplen con establecido en la Ley, y la Ley está hecha por la clase política, esa que en su gran mayoría es la que es corrupta, y no piensen que se van a echarse la soga al cuello. No, no esperemos eso de ellos.
El escandalo con los sobrecostos en las ayudas humanitarias para los colombianos en esta crisis, no es más que otro acto de corrupción de la clase política, que vuelve a poner en el tapete temas como el de la cadena perpetua o la pena de muerte para estos bandidos.
China y Filipinas, son dos países que en donde la pena de muerte para los corruptos es un hecho. Aunque lo prohíbe nuestra Carta Política, no sería mala idea debatirla y llevarla a la práctica, porque con un solo muertico o cadena perpetua para alguno de los corruptos, pero en cárceles de verdad, no en pabellones llenos de lujos o en sus casas, estoy seguro que los bandidos de la elite política colombiana, lo pensaran mucho antes de cometer este delito de lesa humanidad, como lo es el de robarse los recursos del pueblo para comer y para la salud.
Ojalá y por el bien de las generaciones por venir, así suceda prontamente.