Hay que cuidarse de que las discusiones nacionales absorban los debates de las elecciones locales.
Si las discusiones de la política nacional marcan el debate en las elecciones de octubre próximo, las propuestas de los candidatos que aspiran a ser alcaldes y gobernadores quedarán relegadas a un segundo plano, y eso puede ser contraproducente.
Esta reflexión surge a raíz del protagonismo que nuevamente tiene en la agenda nacional el enfrentamiento entre defensores y detractores del acuerdo con las Farc, ahora motivado por la contraposición de conceptos frente a las objeciones hechas a la Jurisdicción Especial para La Paz.
No quiere decir lo anterior que la JEP no sea un tema importante ni que los conceptos de los candidatos a alcaldías y gobernaciones sobre el tema tampoco lo sean, sino que le aportaría más elementos de juicio a los ciudadanos, para votar en octubre, que los debates giren en torno a temas locales y regionales.
Centrar las campañas locales en un asunto que no es competencia de los mandatarios territoriales puede llevar a los colombianos a votar con la cabeza caliente por candidatos que apoyen o cuestionen la JEP, según sea su posición frente al tema, y no por el que más conozca los problemas locales y demuestre mayor capacidad para solucionarlos.
Revivir en los municipios y los departamentos las peleas entre los dirigentes políticos nacionales o convertir las elecciones de alcaldes y gobernadores en un nuevo round del plebiscito de octubre de 2016 sería un error.
En el caso del departamento de Bolívar, por ejemplo, las propuestas en materia de seguridad, de transporte público, de movilidad y de generación de empleo deben ser los temas prioritarios en las exposiciones de los aspirantes.
Tal vez a algunos candidatos les convenga que los temas nacionales eclipsen los asuntos locales, pero claramente a las ciudades y a los departamentos no.