Como están las cosas y hasta lo visto, es muy dudoso que el proyecto de Ley de financiamiento que comenzó su tránsito o aprobación en el Congreso de la República, sea aprobado tal y como fue presentado por el gobierno de Duque.
Más han sido las reacciones negativas que positivas desde los diferentes sectores de la opinión pública nacional, lo que indica que el mismo será objeto de una muy amplia cirugía por parte de los legisladores.
Que sean las personas y no las grandes empresas las que se hagan cargo de aportar los recursos fiscales que requiere el Estado, no le gusta a nadie y el mismo esquema en si deja muchas dudas y puede resultar que la cura resulte más grave que la misma enfermedad.
Otro factor que afecta esta propuesta –de gran rechazo- es el tiempo, pues el congreso sesiona hasta el 16 de diciembre que es un domingo, luego entonces ya se da por un hecho que el ejecutivo tendrá que convocar a extras.
Si no se aprueba, quedarían en vilo la continuidad de muchos programas de orden social que se cumplen por parte del estado en materia social.
Es cierto que hay un déficit fiscal de catorce billones de pesos, pero tienen que existir otras fuentes de captarlos sin perjudicar al pueblo colombiano y especialmente a la clase menos favorecida, porque ese cuento del reembolso del IVA no ha logrado cuajar en la comunidad.
Lo peor de esta ley de financiamiento – que no es otra cosa que una reforma tributaria- es la universalización del cobro del IVA a la canasta familiar.
No se entiende como el gobierno en su proyecto no profundiza en la búsqueda y castigo de los evasores de impuestos y del pago de impuestos de los grandes capitales de colombianos en el exterior.
Cerrar esa vena rota por la que escapan billones de pesos anuales debería ser un propósito ineludible, pero, por ahora, se ve relegado a segundo plano.
El Congreso debe estar a la altura de sus responsabilidades y legislar pensando en el bien común, teniendo en cuanta que como lo ha dicho el mismo gobierno, ya no hay ni habrá más mermelada.
Nota al Margen: Gracias a la administración municipal por las mejores fiestas novembrinas de los últimos años en la ciudad de los ríos, su organización y los eventos programados estuvieron a la altura, gracias a la Policía por el control y seguridad brindada en las mismas, pero sobre todo gracias al pueblo magangueleño que con su comportamiento demostró que en educación y convivencia pública, también estamos avanzando.