Como cristianos y auténticos católicos, tenemos que celebrar la Navidad con altura y dignidad; con fe y espiritualidad, con amor y solidaridad, especialmente con el más necesitado. Pensar y vivir siempre con actitud de servir y compartir. Son tantas las personas, familias, niños que tienen hambre, que pasan necesidades, que viven en la miseria humana; será oportuna nuestra caridad, fraternidad para con estos hermanos nuestros. Entonces, solo así, nacerá Jesús en nuestro corazón, en nuestros hogares y se quedará por siempre.
La Navidad son días muy especiales, lindos y significativos, que invitan a la alegría, a sentir más cerca la grandeza de Dios, a vivir el calor humano en familia. Navidad época para perdonar, dejar rencores, olvidar momentos difíciles, aclarar malos entendidos; época para conquistar la paz interior, mejorar y ser mejor persona. Navidad, son tiempos muy bellos para reconciliarse consigo mismo, profundamente con Dios, y con los hermanos, propicio para asumir compromisos con la familia, con los demás.
Otra manera muy linda y significativa de celebrar la Navidad es asistiendo, participando de la Eucaristía y el rezo de la novena en la parroquia, capilla o comunidad donde pertenezcamos. Es vivenciar, celebrando con fervor y entrega la novena desde nuestra familia para comprometerse a ser testigos del Evangelio y testimonios de vida.
El rezo de la novena es una invitación a ser presente el hogar de Nazaret en nuestros hogares, donde debe reinar el amor, el perdón, la paz y la verdad por encima de todo. La novena debe llevarnos a compromisos serios de perdón, reconciliación y de servicio a los demás.
Celebrar en familia y con la familia ayuda a fortalecer los lazos familiares, aclarar malos entendidos, permite además, cultivar valores humanos como el respeto a la vida, al buen nombre, a su privacidad y dignidad. Además, compromete a tener a Dios como el invitado de honor, y a María como la huésped del hogar.
Crea un ambiente socioafectivo entre padres e hijos en la búsqueda de mejorar el ambiente familia para vivir la tolerancia, la responsabilidad y la paz, haciendo del hogar lo más sagrado que nos ha dejado Dios, por lo tanto puedo afirmar que después de Dios, lo más grande que tenemos es el hogar. Qué grande será celebrar la Navidad en el calor del hogar.
Somos conocedores que muchas familias y personas, celebran la Navidad paganamente hablando, sin un mínimo de espiritualidad, todo lo reducen a fiestas en las que no debe faltar el alcohol, las extravagancias, los regalos, todo lo que ofrece la sociedad consumista.
Somos presas fáciles para caer en manos de lo que nos ofrece la sociedad actual. No pensamos, menos reaccionamos, somos títeres o marionetas fáciles de manipular. Nos imponen las cosas y las aceptamos sin ningún problema.
Sería hermoso celebrar la Navidad compartiendo con el pobre, con el necesitado. Compartir debe ser como el sello inconfundible de la Navidad. Si no tenemos cosas materiales, compartamos una sonrisa, un abrazo fraternal, un saludo afectuoso, un apretón de manos. Esto es celebrar auténticamente la Navidad, entonces verdaderamente nacerá Jesús en nuestros corazones.