Está situada en la que fuera la banda occidental del rio cauca, formada por 45 corregimientos, en medio de la depresión Mompoxina, a dos horas de la capital de sucre, es la segunda ciudad más grande después de su capital, le llaman históricamente “la capital de los ríos”.
MI MAGANGUÉ SABE A RON DE PALMA Y HUELE A TINTO EN LAS MADRUGADAS…
Quiero caminar por la calle la albarrada, sentarme un momento y tener la dicha de ver pasar el Imponente Rio Magdalena ante la hermosa catedral, charlar un par de horas con los pescadores y escuchar las campanas de la iglesia sonar.
Quiero escuchar los sonidos de tambores y banda musical un dos de febrero, madrugar a las novenas de su significante Intercesora, y recorrer su puerto.
Quiero madrugar a las 4:00 AM, coger el ferri, tomarme un tinto y comprar el periódico. Comerme un pescado, caminar el mercado, ojalá viéndolo distinto, donde sus incansables trabajadores puedan sentir que trabajan, pero feliz.
Quisiera, que las familias se sentaran en las puertas de sus casas sin sentir miedo, sin sentirse desprotegidos, sin sentirse inseguros.
Anhelo con el corazón una biblioteca magna en mi pueblo, donde los niños se sienten a disfrutar de la lectura. La mejor forma de inculcarles algo a la sociedad.
Quiero que el Liceo Vélez, vuelva a ser la escuela que era, que la administración logre recuperar al buen y gran colegio que fue; que su infraestructura vuelva a restituirse.
Anhelo que la familia lleve al parque a sus hijos, pero que no tengan cual elegir, porque todos los parques son sanos y limpios. ¡cuánta recreación le hace falta a un niño en Magangué!
Quiero que las calles llenas de recuerdos de quienes pasamos los mejores años de la infancia, se vuelvan inolvidables también para quienes hoy viven bajo la inocencia.
Quiero algún día regresar a mi pueblo natal y verlo avanzado, desarrollado, crecido, seguro, sin ley de quiebra y bien administrado, y así estar feliz, porque finalmente se es feliz en los sitios donde se ama la vida.
Pero, sobre todo, quiero que sepan que este, no es el anhelo de una sola persona, que hoy se encuentra en la lejanía, pero NUNCA lejos de su tierra, Este, es el deseo de más de 121 mil magangueleños que creen que no solo la pavimentación, el alcantarillado, el alumbrado público son la solución a sus problemas, sino que la educación, la inseguridad, el empleo, la recreación, la infraestructura, la economía, y la vivienda, también son el desasosiego de todos, este; es el deseo inagotable de un pueblo que ha sido duramente golpeado, engañado, desprotegido, y que ha vivido durante años bajo el yugo de la corrupción. Por eso es hora que este 27 de octubre a Magangué le entreguen las llaves de la ESPERANZA.