El pasado 8 de mayo se conmemoraron los primeros 100 años del natalicio del Dr. Álvaro Gómez Hurtado, y a la vez, recordamos que han pasado 24 años de su infame asesinato por parte de algunos elementos a órdenes del crimen organizado, muerte aún sin resolver, y que ha solicitud del presidente Ivan Duque le ha pedido a la Corte Suprema de Justicia que ese cruento atentado sea declarado de lesa humanidad, a efecto de que la investigación no prescriba en el tiempo y que algún día, ojala muy pronto, se conozca la verdad sobre este lamentable asunto que enluto la política nacional.
El Dr. Gómez Hurtado fue un colombiano de bien, libre pensador que vio al país bajo una óptica distinta al sectarismo que conoció en los años aciagos y violentos de la década de los años cincuenta, incomprendido por sus copartidarios y el grueso del liberalismo.
Senador elocuente, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de 1.990, la mayor parte de su actividad política estuvo en la oposición, sin embargo, asumio con gallardía una actitud de independencia critica a la manguala liberal conservadora, y se dio a conocer como un gran humanista, periodista y analista político que movió ideas liberales de mayor profundidad y envergadura, a las conocidas en esos tiempos. Invitó al país a pensar en los problemas y soluciones colectivas para encontrar coincidencias en lo que el llamo, acuerdos sobre lo fundamental.
En tres ocasiones aspiro a ser elegido presidente de Colombia, pero no alcanzo la voluntad popular, pues sin tener en cuenta de sus excelsas condiciones intelectuales, preparación y conocimiento político, el país que tanto defendió no le brindo esa posibilidad, pues de haber sido elegido, hubiese sido un gran presidente, mejor que algunos de sus competidores, pero la clase tradicional de la política sectaria de este país le negó a Colombia esa oportunidad de cambio.
Personalmente, en 1.984 tuve el privilegio de acompañarlo, nominal y públicamente en su elección como primer designado a la presidencia de la república en el gobierno de Belisario Betancur. Recuerdo que mi voto por el Dr. Gómez creo malestar en Luis Carlos Galán, en ese momento jefe del Nuevo Liberalismo, decisión que asumí con absoluta libertad de conciencia, libertad que nos había sido concedida en asamblea de la bancada galanista, y debido a esa decisión personal, lo conocí en Neiva en un homenaje que le organizo mi compadre y representante a la cámara Jesús Antonio García Cabrera.
Hoy lo reafirmo, estoy más convencido que ayer, que al país le hizo falta la presidencia de Álvaro Gómez, al igual que la de Luis Carlos Galán Sarmiento y la de Rodrigo Lara Bonilla. Todos ellos, paradójicamente, fueron asesinados brutalmente por fuerzas oscuras del narcotráfico en contubernio con sectores corruptos de la política partidista.
Pero fueron ellos, los valientes dirigentes que avizoraron las calamidades que se cernían sobre la democracia y colocaron sus ideas al servicio de la patria por encima de toda clase de peligros que pudieran amenazar sus propias existencias. Ese ejemplo de vida y oportunidades son los que no debemos desperdiciar ahora que se avecinan las elecciones de los nuevos gobernadores y alcaldes. No podemos equivocarnos para no estar luego lamentándonos de lo que pudimos haber hecho, y que no fuimos capaces de hacer.