
Mucho, demasiado se habla del futuro promisorio de los territorios orientados por líderes generalmente políticos que implementan estrategias para convencer a ciudadanos que por su naturaleza ya están convencidos. Parece una sin razón pero eso es lo que exactamente sucede. Lo único interesante para el elector primario o elemental, (son la mayoría) es verse reflejado en sus intereses, así tenga la experticia de que nada se le dará pero la esperanza es lo último que se pierde, vociferan a viva voz.
Los electores ya encontraron su lugar conveniente o de confort .Mientras esto sucede los candidatos no se quedan atrás; se ingenian juegos y malabares para hacer parecer que su actuación no es circense sino portadores sublimes de redención y sapiencia despojándose de lo que nunca han tenido, sabiduría y humildad, eso poco importa, lo importante es ganar un juego que se presume con reglas que nadie está dispuesto a cumplir. Es un juego de tontos útiles donde unos pretenden sobreponerse a otros a sabiendas que los otros ya conocen la treta y finalmente impondrán sus condiciones.
Para fortunio de la humanidad unos pocos, muy pocos asumen el papel de soplones, descubren que en el juego electoral no todas las cartas están marcadas, se ingenian con valor la figura comodín llamada denuncia. Con esta carta universal pretenden evitar el burro preestablecido, tratan de inspeccionar, aun sea en restos, el desastre anunciado por pleno conocimiento de antecedentes. Inevitablemente se pierde pero quedará la buena sensación del deber cumplido y el conocimiento pleno del saber cómo fue la trampa. Primero se acabará la aguamasa que los marranos.
Se perderá la guerra y se ganaran batallas. Ayer los triunfos eran meros simbolismos; hoy para preocupación de eternos ganadores, surgen jugadas pensadas que les harán daño; si se descuidan quedaran pelados, difícilmente tendrán desquite, el camino seguirá, el chico continuara mejorando las movidas; quedara claro que unos se pararan de la mesa para que otros jueguen quizás con mayor prestancia y fortuna, el juego marcado de la vida, está señalado, en juego largo siempre habrá desquite. El reloj despertador que indica el final del juego sonara; quedaran muchos rabones pero siempre se preservara la ilusión de volver al triunfo aunque esto no sucederá porque los contendientes o descubrieron la trampa o traicionaron a sus parnes. Los tahúres de ambos lados del juego electoral tendrán que ingeniárselas para desequilibrar. Ya no hay dados cargados ni barajas marcadas. Hoy se juega con cartas abiertas, ganara el más avezado, si esto no es posible se cerrara el juego y se tendrá que barajar y volver a dar.
Los comodines políticos de hoy son los Planes y Programas de Gobierno, Desarrollo y Ordenamiento Territorial; saber jugar con ellos puede ser el factor de desequilibrio en la búsqueda del anhelado juego electoral por el bienestar social y económico.
Los concejales de la Virginia en actitud valiente aceptaron no saber jugar pero manifestaron su deseo de aprender, esto los hace prestantes y prometedores líderes políticos del mañana. Ellos al unísono expresaron los deseos de conocer; están felices, comprometidos porque ya saben quién es el tallador, difícilmente les volverán a hacer trampa.