Los habitantes del barrio Dos de Noviembre, al occidente de Magangué, están preocupados por la presencia constante de expendedores de alucinógenos, incluso en pleno día.
Esta situación afecta también a los líderes comunitarios de esa localidad, quienes coinciden en que tan grave como el problema es el abandono por parte de las autoridades que poco hacen para erradicarlo, escudándose en su poca capacidad para hacer presencia.
“Es sencillo comprar y consumir droga en este barrio, sólo hace falta conocer al jíbaro y adquirir los “moños” de marihuana”, manifestó un morador que solicitó reserva de su nombre por seguridad.
Venta de drogas en espacio público
La venta de drogas ocurre principalmente en un escenario deportivo ubicado en la plaza del barrio y en los alrededores del jarillón Sur.
Aunque la escena narrada por los habitantes ya hace parte de la cotidianidad de esa localidad, la comunidad se niega a perder los espacios públicos en los que antes respiraban aire puro, hacían deporte, recreaban a sus niños paseaban a sus mascotas.
Aumentan capturas
La Policía Nacional acantonada en este municipio muestra cifras de capturas de jíbaros y decomisos de droga que dejaron de llegar a las calles de la ciudad como muestra de que sí están combatiendo el flagelo.