Los enfrentamientos entre pandillas que se han registrado en los dos últimos meses en Magangué, desnudaron un problema neurálgico que pone en riesgo la estabilidad social de la población.
El primer enfrentamiento entre los llamados “Jóvenes en Riesgo”, ocurrió en el sector conocido como “La Curva” en el barrio San Pablo, la segunda pelea sucedió en la localidad de Alfonso López, en la cual resultaron heridas tres personas.
Recientemente se registró una disputa en el barrio Santa Rita, entre integrantes de pandillas de sectores circunvecinos.
Estos choques, así como los diversos reportes de la Policía de Infancia y Adolescencia, son fiel muestra de que el fenómeno de las pandillas inquieta y afecta la seguridad en los barrios de este municipio.
“Las pandillas se están fortaleciendo y las autoridades siguen haciéndose los de la “vista gorda”. Insisten en negarlo, aduciendo que en Magangué no existe esta problemática”, dijo Juana Ortega Meléndez, moradora del barrio Sí Se Puede.
Análisis de los Jóvenes en Riesgo
Los llamados “Jóvenes en Riesgo” existen en este municipio, y según algunos analistas y expertos, en su mayoría habitan en zonas de bajas condiciones socioeconómicas.
Según las autoridades, unos 300 adolescentes podrían hacer parte de pandillas o combos. La idea es que entre las distintas organizaciones empeñadas en atender el tema, se tomen medidas determinantes para cambiar esta triste realidad.
De allí la importancia de generar estrategias para alejar definitivamente a los jóvenes de este mundo y que dejen de ser “caldo de cultivo” de los delincuentes de la ciudad que insisten en reclutarlos.
Origen de las pandillas
De acuerdo a estudios reconocidos a nivel nacional, entre las múltiples causas que dan origen a las pandillas aparecen de manera notoria la desintegración o disfuncionalidad familiar y la falta de oportunidades de formación e inserción laboral como consecuencia de la falta de políticas públicas que atiendan las demandas de los jóvenes.
Adicionalmente, contribuyen a la agudización del problema la creciente presencia de bandas criminales emergentes que buscan cooptar (reclutar) a los jóvenes para el tráfico de drogas o para alguna de las múltiples expresiones de la delincuencia organizada: ‘boleteo’ de comerciantes, extorsión, fleteo, tráfico de armas, entre otras.
“Parte de la responsabilidad recae también en la corrupción que campea en los sectores políticos y en el modelo de felicidad propuesto por la sociedad de consumo y que los jóvenes buscan alcanzar a cualquier precio”, señala el estudio.