Lo más fácil de aprender para el ser humano son las actitudes negativas y violentas, en primer lugar porque no se necesita previamente de un proceso de meditación y en segundo lugar, el más duro de abolir, el sistema hegemónico y jerárquico que nos han impuesto en las diferentes etapas de crecimiento las instituciones sociales.
El vivir en medio de diferencias estigmatizadas, es antagónico a las ideas de pluralidad y libertad ganadas en revoluciones históricas. Tristemente la juventud es pasiva ante la pérdida de cultura comunitaria y le apunta a los egoísmos personalizados por industrias culturales, ahora las peleas no son por fines públicos, sino por ritmos y rumbas propias.
Esta larga introducción es a raíz de lo complicado que se ha convertido el salir a caminar, elegir amigos y grupos musicales. En las ciudades sureñas las “tribus urbanas”, nombre bien asignado a los salvajes contemporáneos, vuelven a crear el caos y divisiones juveniles.
En las últimas semanas amigos han sido víctimas de las agresiones ejercidas por los nuevos “fachos”, imágenes mestizas de Hitler que con el tiempo imponen sus ideas de belleza, política correcta y soberanía sobre el Rock. A su vez los rudos “Punketos” se enfrentan a mano limpia contra las dictaduras. Acogiendo lo peor de Europa, como es nuestra costumbre.
Otros pocos que sin “alineados”, como diría el buen Marx, escuchamos las conversaciones callejeras sin creer que esta sea la realidad construida y aceptada. En lugar de vivir los placeres mundanos, convertimos en un infierno la música generando a la violencia más causas infinitas.
Todo es una cadena que al pasar por mi mente es gigante, no puedo quedarme en el error de juzgar las actuales posiciones, sin pensar en la maldad de quienes nos insertaron en pedagogías y formas de vida neoliberales, desde la familia, la escuela y en el trabajo se niega la oportunidad de explorar nuevas dimensiones para el desarrollo humano, politizando la vida.
Llegar a los culpables de sentenciar la violencia como forma de pasar los días, es una imposibilidad que me lleva a pensar que crear una nueva generación liberadora es más factible. Todo es más sencillo para el grupo social que tiene la fuerza suficiente para resistir los golpes y la energía para cambiar la historia.
La verdadera revolución debe atacar la semilla de este sistema egoísta, la juventud en el sur rindiendo cuenta a nuestros ancestros debemos poner límites a los intereses de la industria y debemos apropiarnos de las calles con aires de paz. Saber que la música es una creación que sólo puede ser destruida por su autor o su escucha con actos contrarios. Gestar la vida eterna para la música alternativa, es evitar excusas para que los gobiernos y demás ajenos lo ataquen.