En mi niñez y parte de mi adolescencia practiqué el futbol jugando en canchas de tierra no exentas de piedras y malezas, práctica que verificábamos los alumnos de la escuela primaria que dirigía mi padre, al comienzo jugábamos con pelotas de trapo, luego pasamos a una pequeña bola de caucho con las que juegan el tenis; los partidos los comenzábamos a las dos e la tarde bajo un inclemente sol que quemaba hasta las piedras.
Desconocíamos por completo el reglamento y lo que es peor, no teníamos árbitros que determinaran cuando se cometían faltas, la mayoría de los jugadores jugaban a pie descalzo, otros con abarcas y unos pocos lo hacíamos con zapatos no apropiados. Tampoco teníamos uniformes, lo hacíamos usando la misma ropa con la que vestíamos los días para ir a la escuela.
Al día de hoy, al decir verdad, es muy poco lo que me gusta el futbol deporte universal que por jugarse en casi todos los países de América y Europa se considera el favorito y como el deporte de multitudes el cual arrastra a la juventud como un imán para hacerse famosos y así ser contratados por los mejores clubes del mundo.
Mi afición hoy es por el beisbol, sobre todo el que se juega en las grandes ligas norteamericanas, de hecho cuando viví en los Estados Unidos, en la ciudad de Chicago, naturalmente, mi equipo era los CUBS, fueron muchas las veces que asistí a su estadio el WRIGLEY FIELD por quedarme bastante cerca donde vivía y la facilidad de irme en tren.
Este año como todos los anteriores seguí la temporada con más atención ya que jugaban muchos colombianos en diferentes equipos de las dos ligas.
Nunca fui hincha de los Yankees pero esta temporada que terminó en el mes de Octubre, lo fui dado que allí participó nuestro coterráneo Giovanni Urzhela, de gran desempeño, lástima que su equipo decayó en los partidos finales que jugó contra los ASTROS de Houston; por eso me alegré y celebré tanto el que los NACIONALES de WASHIGTON eliminaran a estos últimos alzándose con el campeonato de la serie.
¿Por qué me gusta el beisbol? Porque a mi modesto entender, al no ser un experto, encuentro que cada uno de los jugadores cualquier sea su posición dentro del campo de juego, produce jugadas espectaculares; basta con mencionar el desempeño de un lanzador cuando sale en buena forma, la inteligencia del receptor para, de común acuerdo con el lanzador, pedirle el lanzamiento oportuno con el velado propósito de burlar al bateador contrario; ¿como nó emocionarse con una atrapada hecha por el para cortos, el primera base, el jugador de la tercera base y la emoción que causa el rey de las jugadas el señor HOME RUN.?-
Pero se me acabó el beisbol de grandes ligas, se está jugando una serie nacional, pero yo no puedo ir al estadio por cuestiones de salud, los juegos no los trasmiten por televisión – hasta ahora – para deleitarme siguiéndolos en casa cómodamente sentado en una silla en primera fila Toca esperar la temporada del año entrante y seguir a los colombianos que participen, sobre todo a URSHELA.
Para mi fortuna soy aficionado a los toros y buscando en la televisión, me encuentro con que en México ha comenzada la temporada taurina. Tuve la suerte de ver una de las corridas a un rejoneador que hizo una faena extraordinaria. Me deleita sobre manera ver esa compenetración, por así llamarle, entre el jinete y su caballo, aquel con el solo movimiento de sus piernas dirige al equino que bien adiestrado obedece y ejecuta sus movimientos poniendo al toro como un objeto de burla
Lástima que en nuestra Cartagena de Indias la hermosa plaza Monumental en la cual se hicieron grandes corridas, hoy haya sido abandonada. A propósito me trae al recuerdo aquellos días de los años cuarenta cuando la plaza de toros, LA SERREZUELA, que además era sala de cine donde se proyectaban afamadas películas, se dieron grandes corridas con toreros españoles y mexicanos, me parece estar viendo la cartelera que ponían al frente de la plaza anunciando a los torreros “GAGANCHO Y PEPE GALLARDO” y nosotros, estudiantes cortísimos de plata por no tener con que comprar siquiera una boleta de sol, esperábamos en la puerta de entrada que el tío Emiliano, alto empleado de la Tesorería Municipal, nos permitiera entrar cuando ya se jugaba el último toro.