Si hoy hay algo sensible para toda la población, es el comportamiento de las entidades que conforman el sistema de salud. Por ende, cualquier medida que se anuncie para solucionar problemas de los afiliados debe estar enmarcada dentro de los más rigurosos procesos de planeación y ejecución para evitar la incertidumbre entre la gente, que espera mejoras y no lo contrario.
Sin embargo, parece que estos preceptos básicos flaquean a la hora de garantizar la cobertura real y con calidad que merecen los maltratados afiliados a Medimas en Magangué y en toda Colombia.
Medimás al parecer le quedo grande la carga que le representa ser la EPS más grande del país, aunque conocía perfectamente el escenario en el cual tenía que actuar.
Es triste, por no decir que doloroso, ver a diario el desfile de afiliados rogando e implorando por medicamentos, citas o atención medica ante la mirada indiferente de los responsables de esta EPS.
Medimás se convirtió en la cara más visible del drama que viven los colombianos con el sistema de salud, sus problemas son, al fin y al cabo, los mismos que aquejan a otras EPS, pero al ser la más grande del país, ponerla en cintura debe ser una prioridad inmediata del gobierno nacional.
No se debe olvidar que muchas de falencias de Medimás son estructurales del sistema.
La búsqueda de estas soluciones urgentes no debe llevar a decisiones extremas y apresuradas sino a garantizar, día a día, el servicio a los pacientes.
Lo primero que hay que hacer es mirar cómo se atiende de manera inmediata a los afiliados brindándoles de manera oportuna la atención médica, el suministro de medicamentos y remisión inmediata a especialistas de los usuarios que así lo amerite su cuadro clínico.
Tanto el Ministerio Público como los entes de vigilancia, además de los dueños de la empresa, deben definir sobre bases sólidas si Medimás está en reales condiciones de proporcionarle a la gente una cobertura digna en salud y todo lo que prometió.
Si no puede y teniendo en cuenta que la vida es un derecho fundamental, que dé un paso al costado porque el derecho a la vida está por encima de cualquier circunstancia.