A parte de cualquier controversia política intencionada o no, es bueno saber que esta tierrita de mis amores y abuelos aún respira, que sus potencialidades emergen, y hay que reconocer que algo bueno está pasando en el terruño.
No soy de los que apuntan al caos como formula política, soy de los que piensan que es mejor ser propositivos y aportar, pienso que es un retroceso solo destruir por tener el interés de respaldar un proyecto electoral, no me trago ese cuento; siempre será mejor construir, proponer, dinamizar, trabajar, liderar, que solo mover la lengua con la finalidad de atrapar ingenuos, calumniar u ofender.
Por ello, reconocer que hay cosas buenas que se destacan en esta nueva realidad es sinónimo de que hay un camino que se puede transitar; mirar como las comunidades se organizan y empujan proyectos de participación comunitaria porque un alcalde reabrió ese mecanismo que había sido desechado por otros administradores, es saber que hay una formula de trabajo comunitario y de dinamización social, es decir, claro que se puede trabajar con las comunidades, allí están esperando; eso mismo ocurrió muchos años atrás, y el fruto es saber que varias de las más importantes obras fueron ejecutadas con ese mecanismo.
Una palabra que sale a luz de ese tiempo es civismo, era el periodo de muchos hombres y mujeres, que dejaban atrás sus diferencias políticas y se ponían a trabajar por una meta, una pavimentación, un colegio, una vía, etc. Y eso es lo que aún nos sigue faltando, a pesar de que hay razón para decir que el proyecto “la revolución del pavimento” del alcalde Alí ha dado unos inmejorables frutos, aún siento que falta el compromiso de dejar atrás la rencilla política como fórmula, que falta el compromiso para liderar transformaciones sociales, y esto es una responsabilidad de todos y todas, que la verdadera formula es trabajar más que el otro, es aceptar que la unión de fuerzas es lo que posibilita, mucho más rápido, el camino que Magangué necesita con urgencia.
Lo digo en esos términos porque tenemos que dejar de pensar que el mundo inicia aquí, que somos de lejos la segunda ciudad del departamento, y que obligadamente nos tienen que mirar; eso no es verdad ya. Tantos años de discordia, de divisiones, de yoísmos, de malos gobiernos, de apáticas dirigencias, de pocos liderazgos, de falta de visión, de improvisaciones, de vivir el día a día, nos tenían al borde del nocaut. Pero esos elementos que se respiran así sean pocos, para aquellos que se desesperan, hoy nos hacen pensar que es posible lograr la Magangué que tanto hemos soñado y exigido.
¿Qué nos hace falta?, más compromiso social y político, pero insisto, hoy hay un derrotero que deja cosas buenas, mirar la actitud de los conductores en los semáforos, de saber que hay gente dinamizando el deporte y la cultura, que hay trabajos callados que nos actualizaron en el tiempo, un tiempo que nos había dejado atrás, ¿Qué falta mucho más?, por supuesto que sí, diaria que muchísimo, pero también siento que el rumbo hacia abajo que llevábamos empezó a cambiar, o por lo menos se frenó. Ahora es retomar las cosas, incorporar las ganas, energía, el entusiasmo, el compromiso, capacitarnos para ver más allá de nuestras propias narices e intereses leguleyos, claro que es posible, lo siento, lo respiro, pero no hay que cantar victoria, solo es un paso hacia adelante de una marcha continua que teníamos hacia atrás, el tema es dar más pasos y aprender a caminar acelerado, incluso correr.
¿Con quién lo podemos hacer? Claro, necesitamos el líder, o el director, o el motivador, o por lo menos alguien que se le sienta tal compromiso, me refiero a lo que se ve venir en las próximas elecciones del 2019, un siguiente paso, que tendrá la disyuntiva de preguntarnos ¿Qué es lo que queremos seguir haciendo… realmente?, pero ese tema es materia de otro artículo.
Joroga01@yahoo.com