Mientras que las grandes ciudades del país están implementando sistemas de transporte público más eficientes y modernos, Magangué se ha quedado en el pasado. El parque automotor se encuentra en mal estado y los tradicionales “colectivos” están perdiendo la batalla con el mototaxismo.
En la década de los ochentas, por este municipio se movilizaban 100 camperos y 80 microbuses, pero en la actualidad sólo 20 automotores prestan este servicio, que en su mayoría son antiquísimos y no garantizan una total seguridad para los pasajeros.
“Los habitantes quieren abordar otro tipo de vehículos, más cómodos y seguros. Es posible iniciar un proceso de chatarrización y adquirir automotores que no hayan cumplido su ciclo de vida útil”, indicó Juan Urdaneta, transeúnte.
Motos: ¿flagelo o solución social?
Las motocicletas se tomaron a Magangué. Su cantidad ya es inmanejable, superior a la capacidad de las autoridades y a la voluntad política de los mandatarios de meterlos en cintura, cobrando además muchas vidas.
La mayor cantidad de fatalidades de tráfico son motociclistas, parrilleros o peatones atropellados por estos conductores usualmente irresponsables. En este municipio, por ejemplo, los ciudadanos creen que este fenómeno se convirtió en un flagelo, más que en una solución social.
“Claro que el pésimo transporte urbano ha influido. Mientras que el alcalde y las autoridades no se pellizquen, este tipo de vehículos invadirá a este municipio que no tiene nada de organizado”, manifestó Fabián Urbano, vecino del barrio El Centro.
Según el Fondo Municipal de Tránsito y Transportes, en el municipio se movilizan más de 2 mil 500 motos, en su mayoría sin papeles en regla.
¿Un problemón?
Para algunos ciudadanos, el transporte público urbano es un problemón que debe atacarse desde muchos flancos. Comenzando porque en un municipio con más de 200 mil habitantes no puede seguir funcionando como un pueblo. Para hallar una solución, lo primero es modernizar los vehículos que prestan este servicio y obligarlos a cumplir las normas.
Se necesitan políticas serias en materia de tránsito, además de fuertes controles en las vías. Pero esas medidas, hoy un tanto al garete, son paños de agua tibia. Mientras la ciudadanía no se concientice y acepte que, tarde o temprano, debe primar el respeto en las vías, además de un transporte público de calidad, no habrá espacio para el progreso.
“En las calles de Magangué hay que ser hábil para conducir. Los colectivos, todos en precarias condiciones, y las motos parquean en cualquier lugar y sus conductores son unos rufianes al volante”, dijo Indira Paniza, habitante del barrio Dos de Noviembre.
Otros factores
Las calles de la ciudad, en un amplio porcentaje, se encuentran deterioradas. Cabe añadir, que aunque la mayoría de los magangueleños no están a favor del mototaxismo, el pésimo transporte público obliga a subirse a este tipo de vehículos. La solución está relacionada con los controles de la Policía.