Hoy en día la realidad humana, que vivimos con mucha preocupación, que somos una sociedad carente de valores morales y espirituales. Algunas familias no se toman en serio la enseñanza de los valores necesarios para una armoniosa convivencia personal y social.
Debemos consciente que los valores son el reflejo de lo que se vive dentro del ambiente familiar, no en la escuela o en el barrio. Si la sociedad está enferma es porque la familia está enferma, está tambaleante, y en nuestro equivocado pensar queremos que la institución educativa inculque en nuestros hijos lo que nosotros no hacemos en casa.
¿Pero qué son los valores?, todas aquellas actitudes que nos forman como “personas”, como hombres y mujeres de bien. Y así de importantes son los valores, pues el colegio puede formar un bachiller, la universidad forma un médico, un abogado, un administrador, etc., pero la familia forma “buenas personas” y mientras mejores personas seamos, mejores hijos de Dios seremos.
Al enseñar valores a nuestra familia es imprescindible que los practiquemos nosotros primero, no podemos exigir a nuestros hijos que hagan algo que nosotros mismos no vivenciamos en la cotidianidad.
Por ello veamos solo algunos de los valores que como familia no podemos perder, sino que debemos fomentarlos, para hacer de nuestros hijos personas de bien:
El respeto: Es la base de los valores, pues el respeto nos hace aceptar el valor propio, los derechos de las demás personas, y nos hace convivir en paz. En casa debemos enseñar el respeto a los superiores, como se dice popularmente “en edad, dignidad y gobierno”, claro está empezando por el respeto a los padres.
El agradecimiento, enseñarles a nuestros hijos a ser siempre agradecidos. No le enseñemos a nuestros hijos a menospreciar lo que tenemos, sino a dar gracias, sabiendo que el agradecimiento nos abre las puertas de la bendición de Dios en nuestra vida.
La responsabilidad: Enseñémosles a cumplir las obligaciones, como también la obligación de responder por nuestros actos. Los hijos deben saber que los principales responsables de sus fracasos no son los padres sino ellos mismos. Además, no cubramos las irresponsabilidades de nuestros hijos.
La honradez: Es integridad en el obrar, es aquella persona que por sobre su necesidad económica hace prevalecer en su obrar lo justo y lo recto. Debemos enseñar a nuestra familia que, aunque tengamos muchas necesidades, eso no es excusa para obtener las cosas de manera ilegal.
La honestidad: Es un valor moral que tiene que ver con la verdad, lo puro. Un ser humano honesto tiene varias cualidades: Sinceridad, cumplimiento, discreción, decencia, decoro, recato y pudor.
El amor: Debemos enseñarnos a amarnos los unos a los otros dentro de la familia, no a odiarnos, no a menospreciarnos. Cuando hay amor hay tolerancia, hay perdón, hay armonía. Pero el primer y principal amor que debe existir es el amor a Dios.
El acto atroz, vil, cruel y monstruoso, sucedido en la escuela General Santander en Bogotá, nos tiene con el corazón arrugado, Dios los Bendiga y me Bendiga.