Las suposiciones a veces salen ciertas, sobre todo cuando circunstancias extrañas y maquiavélicas rodean la intención de algunos y, cuando existe un objetivo claro para destruirlo.
Las objeciones del presidente Duque a la JEP, son ese objetivo. Es un “papayaso” que se les dio a izquierdistas moderados y radicales, sumados a los que no lo son, pero quedaron ardidos por que otro candidato de Uribe ganó la primera magistratura del país. Desde ese momento se empezó a gestar todo un movimiento calculado para tumbarlo.
Ninguno lo va a reconocer, pues vivimos en un país de hipócritas y de doble moral. Algunos hechos demuestran lo que suponemos muchos colombianos. Veamos:
La Corte Constitucional no es un órgano consultivo. Sus decisiones se definen por fallos. Desde que Santos ternó a cinco personas de su entera confianza, siendo presidente, para integrar esa Corte, ya se percibía lo que se venía encima.
Están allí para desbaratar todo lo que salga del gobierno de Duque.
Igual sucede con el Consejo de Estado. Y en la Corte Suprema, específicamente en su sala penal, ni hablar. Lo dicho por Ernesto Samper, ¡válgame Dios!, de hacerle un juicio político a Duque, no tiene nombre, especialmente por venir de donde viene.
El show permanente que ofrece Roy Barreras desgañitándose por defender lo indefendible.
Las farc, unida al Polo y a la Alianza Verde, con ganas de montarnos un gobierno como el de Venezuela. Y los colombianos ahí, preocupados, pensando en pasaportes y visas porque no queremos vivir en un “paraíso” comunista o socialista como Nicaragua o Venezuela. Dios nos ampare.