Cada año los ciudadanos añoran el fuerte olor que despide el pescado en medio de pregones que anuncian una variedad de precios y especies dispuestas para una comida que se ha vuelto tradicional, incluso en la temporada decembrina.
Aunque no se trata de la Semana Santa, estas fechas de fin de año son también esperadas por los mayoristas y comerciantes de pescado de Magangué, porque según ellos las ventas aumentan en un 30 por ciento aproximadamente. No obstante, este año la situación no es la misma para los miembros de Fundepesca y para los vendedores estacionarios.
El problema es que algunas especies de pescado han comenzado a escasear. De 90 puestos dispuestos para la comercialización de estos productos, sólo la mitad está en funcionamiento. Los vendedores aseguran que están viviendo las consecuencias de las malas prácticas pesqueras.
«Si hay sequía, las ciénagas bajan, el pescado sale y sube; pero si va subiendo y el río crece, el animal se encaleta o va muy por debajo del agua, y se le pasa al pescador; por eso es que no ha habido buena producción», manifestó Javier Arrieta, vendedor de pescado.
En todo caso, los compradores podrán encontrar especies como bagres y mojarras a precios asequibles, pero el tradicional bocachico está casi extinto, pese a los esfuerzos de entidades como la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP).
Especulan con el precio
Aunque en ciertos puestos de venta, el pescado se adquiere a buen precio, en otros se consigue caro.
“No es la Semana Mayor, es diciembre y por ende el pescado debería estar barato. Pienso que se están aprovechando de los turistas que pasan por aquí”, indicó Lorena Medina, habitante del barrio El Centro.