El pasado miércoles, utilizando una frase de cajón, se partió en dos la historia de la salud en Magangué, fue entregada a la comunidad la primera fase de la nueva sala de urgencias de la ESE Hospital la Divina Misericordia, solucionando un problema de más de 40 años que afectaba ostensiblemente lo más preciado de la vida de un ser humano: la salud.
La ceremonia fue muy elegante, los asistentes se colocaron sus mejores galas, las directivas del centro asistencial no escatimaron esfuerzos para hacer un evento a la altura del significado de la misma, asistencia de lujo, médicos, dirigentes, gremios, concejales, periodistas, comerciantes, en fin, un cúmulo de personalidades a la altura de la ocasión.
Dentro del evento, y como es normal, varias personas se dirigieron a los asistentes, entre ellas, la anfitriona, Candelaria Valdelamar, Martínez, quizá la más entusiasta, por múltiples razones, obvio por lo que significaba la ceremonia, pero más obvio, por la satisfacción del deber cumplido, Candelaria, amén de que los recursos llegaron del departamento, le puso toda su voluntad a la ejecución de la obra, fue su interventora más eficaz, dice que hasta aprendió un poco de todo durante la ejecución de la obra.
Además de todo lo anterior, destacable en esta ceremonia, los reconocimientos, muy merecidos, de parte y parte, la Cámara de Comercio a Candelaria, la Fundación Renal de Colombia, operador del hospital, a funcionarios de la ESE Hospital la Divina Misericordia y su vez las directivas de la ESE a funcionarios de la fundación.
Pero si hubo un momento emotivo dentro de la ceremonia, fueron las palabras del exdirector del centro asistencial, Pedro Osorio, que además de “alborotarle” la nostalgia a los asistentes, se la rebozó al también exdirector Carlos Tejeda, quien de una manera muy espontánea y sincera, pidió la palabra, se llevó por delante el protocolo, se subió, habló y ahí si se le rebozó la copa de la nostalgia a todo el mundo, cierre con broche de oro de las intervenciones, una ceremonia, inolvidable!!!.