
El icónico Cementerio Central de Magangué, morada final de decenas de generaciones de familias magangueleñas, es hoy una vergüenza regional, por el lamentable estado en que se encuentra su estructura arquitectónica.
Bóvedas, mausoleos y osarios del cementerio, se confunden con la maleza y hasta se convierte en un peligro social por los olores nauseabundos que emana desde su interior, hasta las serpientes venenosas que lo habitan, con serio riesgo para transeúntes.
Se le suma a este caos imperante en el campo santo local, la inseguridad latente en los alrededores de este monumento, por las visitas permanentes de delincuentes, viciosos y habitantes de la calle que toman este sacro lugar para hacer sus fechorías. En varias ocasiones, el cementerio central ha sido sitio de encuentros sexuales de desadaptados y hasta homicidios y violaciones de menores, todo lo cual refleja el alto grado de abandono por parte de las autoridades municipales.
Se ha planteado el cierre total del campo santo en múltiples ocasiones, pero todo se ha reducido a reconstrucción de paredillas y limpieza parcial del monte, sin ninguna solución de fondo.