Si usted le pregunta a su hijo de 15, 18, 20, y hasta más años por Carreño, lo más seguro es que le responda que no sabe quién es. Y claro, es apenas lógico. Pues el joven jamás ha escuchado sobre ese nombre.
Si le hace la pregunta a alguien mayor de 30 o 40 años, es posible que tenga idea, que haya escuchado a sus padres y abuelos hablar del señor. Pero si interroga a personas mayores de 50 y 60 años, le van a contestar que crecieron leyendo y acatando lo que ese señor pregonaba a través de un libro llamado Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Antonio Carreño.
Fue un documento que se volvió la columna vertebral del modelo educativo colombiano, en términos de comportamiento y valores hasta la década de los setenta aproximadamente.
Y es que cada vez que se habla de crisis de valores, de ética, de principios, y de comportamientos adecuados en las sociedades de hoy, se sucede una importante reflexión y se habla de volver a implementar el manual de Carreño.
No sé qué pensaba el gobierno de turno, cuando determinó abolir este valioso sistema de enseñanza y práctica de buenas maneras. Los resultados están a flor de piel: jóvenes y adultos sin un mínimo de lo que es cortesía, respeto, atención, agradecimiento, valoración, decencia, amabilidad, vergüenza, sensibilidad. Jóvenes y adultos que no saludan, no dan las gracias, no tienen conciencia sobre los recursos naturales como ríos, cuencas, bosques, aire, etc.,
Además, es una población que, ayudada por la tecnología de la informática y las redes sociales, se está deshumanizando cada vez más. Para esa población la vida es poco o nada. De ahí, la conformación de grupos delincuenciales, de las Bacrim, de antisociales que atracan, roban, jalonean bolsos, insultan, hieren, y consiguen lo que quieren a costa de lo que sea. La pérdida de valores y principios ha creado una generación de antisociales que desconocen el valor del respeto y las buenas maneras.
Hace unos años se presentaba en la televisión un comercial que preguntaba a los padres de familia a las 7 de la noche, justo antes del noticiero: ¿Sabe usted dónde están sus hijos en estos momentos? Creo que el interrogante buscaba poner sobre aviso a los papás respecto del paradero de los menores. Lamentablemente, hoy se debe invertir la pregunta: ¿Sabe usted dónde están sus papás en estos momentos?
Pero, … esto qué ha ocasionado? Sencillo. Pues que sumado a la pérdida de valores que padece el país, la cual, a mi parecer, ha sido también la generadora de una sociedad corrupta y sin escrúpulos, y por lo que me atrevo a señalar que es la corrupción el mayor problema que tiene el país, se sumaría ese flagelo más. Sí. El mayor problema. Por encima del narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares, la delincuencia común. Se ha preguntado usted, amigo lector, qué pasaría si un día Colombia amaneciera sin narcotráfico, sin guerrillas, sin paramilitares, sin delincuencia común? Pues habría menos noticias desastrosas en los medios, pero… la corrupción seguiría haciendo de las suyas en todas las esferas y círculos de la sociedad. Desde el vendedor de la calle hasta los ilustres congresistas, altas cortes y dirigentes del gobierno están salpicados hoy por la corrupción.
Me refiero a unos principios y valores que deben iniciarse en casa, en familia, en el seno y tranquilidad de cada hogar.
Y si el gobierno, o el Estado, no quieren volver a estos modos de convivencia de buenos modales, pues debería iniciarse a través de otros mecanismos. Por ejemplo, un trabajo mancomunado de ONGs nacionales e internacionales, de fundaciones, de gremios, del sector privado, de multinacionales. A través, de la famosa responsabilidad social empresarial que deben desplegar las organizaciones en todo el país.
Que vuelva Carreño a la familia y a la escuela, así los congresistas no quieran.