Es claro que todos los conductores deben respetar los espacios marcados para el tránsito de peatones. Sin embargo la realidad es muy distinta, y se ha vuelto parte del paisaje magangueleño ver vehículos y motocicletas sobre las cebras; violando el derecho que tiene toda persona de caminar sin el temor de ser atropellada.
Es así como a un peatón con alguna limitación motora, una persona de avanzada edad o un niño; por la imprudencia, el afán, la terquedad o el capricho de ciertos conductores, se ven en riesgo de ser atropellados, obligados a hacer acrobacias para cruzar la calle o se convierten en blanco de ofensas.
Y aunque el tema parezca para algunos un problema cultural y aparentemente trivial, resulta trascendental reconocer que las cebras no son arte urbano contemporáneo ni fueron creadas para embellecer la ciudad, ¡Hay que usarlas y respetarlas siempre!
Sin respeto por las cebras
Este medio se ubicó en las cebras peatonales que se encuentran en el barrio La Florida, y en tan sólo 10 minutos fue posible observar al menos 20 vehículos que frenaron encima de estas señales a esperar que cambiara el semáforo.
Y hasta un vendedor de fritos cometió esa infracción. Mientras tanto una anciana hacía malabarismos con su bastón para llegar al otro lado de la calle.
Llamado a la cultura ciudadana
Resulta paradójico observar que los mismos infractores cuando fueron consultados, aseguraron que hace falta que se redoblen los controles de tránsito por parte de la Policía Nacional, cuando claramente son ellos los que carecen de cultura ciudadana.
Para algunos analistas y expertos, la solución a conductas poco inteligentes, irrespetuosas e impulsivas de algunos conductores, es responsabilidad de todos, no de pocos, ni de algunos. Los ciudadanos en general son partícipes activos del tránsito como conductores, peatones o pasajeros, por lo cual se hace imprescindible educar en el respeto a las normas de tránsito, promover, incentivar y demostrar mayor respeto a la vida y dignidad de los más débiles de la vía, para que se reduzca la accidentalidad y mortalidad de los mismos.
Bajo ninguna circunstancia la falta de cultura debe verse con naturalidad, tampoco tolerarse ni quedar en la impunidad; quienes no respetan los espacios destinados para el paso de personas deben sufrir las consecuencias de sus actos. Finalmente, el comportamiento vial da cuenta de la personalidad, cultura, modales, responsabilidad y madurez mental de los conductores.