Sé que es una pelea de nunca acabar, pero no por eso voy a dejar de darla. Desde hace varios años soy uno de los abogados de la señora Enilce López Romero. Obviamente no voy a utilizar este espacio para hablar sobre los procesos que se han seguido en su contra y en los que yo he participado como defensor.
Quiero, eso sí, llamar la atención sobre una polémica que se generó la semana pasada en torno a López Romero cuando un juez de la República le concedió el beneficio de la detención domiciliaria debido a su precario estado de salud.
Apenas se conoció la noticia, se armó la de Troya. Todo el país presionó para que ese beneficio de casa por cárcel fuera reversado. Tanto la Fiscalía como la Procuraduría, para no ser inferiores al coro mediático, salieron a decir que la decisión del juez era improcedente y que, por tanto, no debía hacerse efectiva.
Vamos por partes: las leyes colombianas autorizan la detención domiciliaria cuando el procesado tiene probados problemas de salud. El juez que concedió el beneficio a López Romero argumentó razones humanitarias a la hora de proferir la sentencia.
Pregunto: ¿las personas que salieron a poner el grito en el cielo por la domiciliaria a López Romero han hecho lo mismo cuando terroristas de las Farc han sido puestos en libertad por razones humanitarias? Desde luego que no, y tampoco lo han hecho algunos de los opinadores afectos al actual gobierno.
Recuerdo cuando la administración de Juan Manuel Santos anunció hace cuatro años que, por razones humanitarias, había retirado ante el gobierno de Venezuela la solicitud de extradición que había formulado en contra del terrorista de las Farc Guillermo Enrique Torres, alias “Julián Conrado”, para que pudiera viajar a Cuba a someterse a un tratamiento médico. El sujeto en mención era y es requerido en Colombia por delitos como desaparición forzada, homicidio, tortura y secuestro.
Pese a que se trataba de delitos de lesa humanidad, nadie dijo nada por el envío a La Habana de “Julián Conrado”. Algunos medios de comunicación debieron haber pensado en ese momento: quedémonos callados porque si decimos algo el gobierno se pone bravo y de pronto nos retira la pauta publicitaria.
Tampoco recuerdo que haya habido mayor bulla en el país cuando el gobierno indultó en enero de 2016 a una treintena de criminales de las Farc dizque porque contra ellos no pesaban delitos graves, como homicidio o secuestro.
Dicho lo anterior, en lo que a mí respecta debo recordar que los abogados no somos iguales a los clientes –aunque en muchos casos no me ha molestado ese símil– y es que no estudiamos para defender angelitos porque éstos se defienden solos.
Ya basta de comerles cuento a los tales defensores de derechos humanos ya que, en su gran mayoría, son unos parcializados que solo comulgan con los que están con ellos o con los que simpatizan con las guerrillas.
A la hora de ejercer mi profesión, a mí que no que encasillen ni en la izquierda ni en la derecha. Estoy presto a defender a los unos y a los otros. Sigo en pie, con la cabeza en alto y dando la pelea por quien lo pida.
Algo parecido sucede con mi colega y amigo Abelardo De La Espriella. Muchos se lo quieren comer vivo porque es exitoso y sabe cobrar bien. El domingo escribí en mi cuenta de Twitter sobre el particular y más de uno se me vino encima con esta pregunta: “¿Qué es cobrar bien?”.
La respuesta es obvia: los que cobran bien son los que hacen las cosas bien, los que cobran mejor que la mayoría de los de su gremio porque son mejores. Para no ir muy lejos está el fútbol. ¿Será que Messi y Cristiano Ronaldo no tienen derecho a cobrar más que los demás futbolistas? ¿Será que las vedettes de los medios de comunicación colombianos no pueden ganar más que un muchacho recién salido de la universidad?
¿O acaso en una profesión tan sagrada como la medicina un gran médico no tiene derecho a cobrar más que sus colegas? Me consta, por ejemplo, que en Bogotá hay médicos que tienen copada su agenda para los tres o cuatro meses próximos. ¡Qué hacemos pues si son mejores que la mayoría de sus pares! Yo a un médico le pago lo que me pida si me da la esperanza de salvar mi vida ante una grave enfermedad. Le entregaría incluso todo mi capital, bastante normal por cierto.
Otro twittero, a propósito del caso de De La Espriella, me respondió con este comentario: “El ejercicio del Derecho no es para enriquecerse, sino para servir a los demás”. Para su tranquilidad en mi oficina defiendo gratis a varias personas o porque son muy amigas o porque sé que no tienen para pagar unos honorarios.
Discusión concluida (por ahora).
Tomado de: Losirreverentes.com